Lecturas de verano
Todos los años pasa lo mismo: cuando llega el calor proliferan las recomendaciones sobre lecturas de verano.
No hay blog que se precie, ni revista, ni suplemento dominical que no nos recomiende un montón de libros para llevar a la playa, para meter en la maleta o para leer en vacaciones. Yo lo agradezco, pero me no deja de sorprenderme. ¿Por qué justo ahora?
¿En vacaciones tenemos más tiempo?
Entiendo que no solo se lee en estos meses, sino que los encargados de las reseñas literarias han llegado a la conclusión de que ahora tenemos más tiempo. A mí me ocurre lo contrario. Y creo que a mucha gente.
La mujer que durante el resto del año lee en el transporte público cuando va y viene al trabajo, suele descubrir que en sus vacaciones no tiene un minuto para ella sola: su pareja, la familia, las obligaciones… no le dan tregua. Los padres de niños pequeños, con los críos están en casa día y noche, apenas han terminado de darles la comida cuando ya están pidiendo la merienda. El hombre que llegaba a casa tarde, a la hora de la paz en el hogar, se ocupa de preparar la cena ahora que tiene tiempo. Las terrazas invitan a sentarse, conversar y no hacer nada. Eso sin contar que anochece tan tarde que cuando queremos darnos cuenta ya es hora de irnos a la cama. Como hace buen tiempo, como estamos de vacaciones, nos brotan los amigos, suegros, cuñados, sobrinos, hermanos… que quieren quedar, salir, celebrar. La familia es incompatible con la lectura.
El calor nos vuelve tontos
He observado que la mayor parte de las recomendaciones son de libros ligeros, lecturas fáciles, como si los que nos aconsejan supusieran que el calor va a derretir nuestras neuronas, que nos volveremos descerebrados por unos meses, individuos incapaces de leer cualquier cosa que requiera un mínimo de atención.
Entre las opciones favoritas de los consejeros de lecturas están los éxitos eróticos y trilogías de moda. Ignoran que a la mayoría de las parejas se les hace muy difícil mantener relaciones cuando uno alquila un apartamento cutre, veranea en el pueblo con sus suegros, tiene a los niños en la propia cama una noche sí y otra también… Y cuando no es así, los rigores veraniegos impiden la movilidad: ¡si solo con pestañear ya sudas la gota gorda!
En la playa se lee fatal
La típica imagen de alguien leyendo frente al mar es solo una pose para la foto. Si nos ponemos bocarriba resulta cansadísimo sujetar el libro, y más hacerlo sin que proyecte su sombra y nos deje la marca justo en la tripa. Si leemos bocabajo, el dolor de codos se hace insoportable en unos minutos. Aunque no estemos leyendo el Libro de arena, lo parecerá en un ratito. Y, por experiencia, si aprecias tu e-reader, no te lo lleves a la playa.
Viva la modorra
¡Ah, las noches de verano! Esas en las que todo el mundo dice «¡no he podido pegar ojo del calor que hacía!». Pues eso, que a mediodía, después de una cervecita, una paella en el chiringuito de la playa y… es coger el libro y ya se nos cae de las manos. Además, durante el año jamás podemos echarnos la siesta, así que ahora hay que aprovechar.
En vez de ofrecer sugerencias sobre libros para el verano, alguien debería escribir sobre cómo conseguir leer en vacaciones.
M Carmen
Llevas mucha razón.
Me consuela verme reflejada en lo que dices porque para poder leer debes estar sola con tu pareja.
Cuando se veranea en familia no hay nada más agradable q compartir momentos y aislarse para leer es imposible.
Ha habido veranos en q he paseado mi pobre libro y no he conseguido leer una página.
De todas maneras, selecciono libros entretenidos y originales de fácil lectura para transportarme a otras vidas y disfrutar mucho
Qué buenas son las vacaciones!!
Todo me gusta… Hasta echar de menos leer
Luego lo pillo con muchas ganas.
Estrella Flores-Carretero
Gracias por el comentario. Yo siento lo mismo.
Un cordial saludo.