ESTRELLA FLORES-CARRETERO
MADRID

Soy psicóloga, profesora, empresaria y escritora, aunque no necesariamente por ese orden. Tengo tres novelas publicadas: «Duele la noche», «Piel de agua» y «Días de sal».

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El blog de Estrella

¿Por qué escribir con seudónimo?

Por el 31/01/2013

Las razones que pueden llevar a un escritor a cambiar su nombre por un seudónimo son muy diversas.

Escritores con seudónimo

Creo que el primer escritor del que supe que no se llamaba como parecía fue Pablo Neruda. No me resultó extraño que teniendo por nombres Ricardo Eliécer Neftalí y por apellidos Reyes Basoalto, quisiera ponérnoslo más fácil y ocultar con un nombre falso su nombre verdadero, aunque la verdad es que desconozco cuáles fueron sus motivos para escribir con seudónimo.

Tengo la impresión de que todos, en nuestra etapa de infancia o de adolescencia, afrontamos una temporada de conflicto con el propio nombre. Puede que a unos no les guste porque sea realmente poco atractivo, raro, inadecuado, malsonante… La mayoría lo rechazan porque es lo que toca a ciertas edades e igual que hay que aprender a quererse en el aspecto físico, también lleva su tiempo aceptar la forma de llamarse. Habrá jóvenes que, simplemente, preferirían llamarse como alguien a quien admiran. Y habrá otros que no se resignen porque han elegido el papel del inconformismo.

Cambio de nombre

Entre cantantes y actores siempre ha sido muy común cambiarse de nombre. Es normal: los que viven teniendo que ofrecer una buena imagen están obligados a cuidar algo tan esencial como la denominación de su propia identidad. Además, un nombre original, sonoro o pegadizo puede marcar la diferencia entre que se acuerden de uno para ofrecerle un trabajo o no.

Pero entre los escritores me choca más ese gusto por procurarse un seudónimo. Se supone que un autor busca el reconocimiento público, hacerse un hueco en el difícil y concurrido mundo de la literatura. Y me parece a mí que un nombre inventado puede hacer que todavía resulte más complicado.

Tal vez algunos lo hagan para no sentir presiones en su vida cotidiana. Por ejemplo, si uno llega a ser George Orwell, seguro que resulta más sencillo moverse por hoteles y restaurantes con su nombre real de Eric Arthur Blair.

Dicen que Stephen King ha utilizado numerosos seudónimos porque durante años fue un escritor tan prolífico que no quedaba bien sacar libros como rosquillas.

Larra escribió sus mejores artículos de crítica social y política camuflado por diferentes seudónimos, quizá para ahorrarse problemas de censura e intolerancia, pero también como un juego de la época, cuando los ávidos lectores trataban de adivinar quién se ocultaba tras una pluma tan aguda.

Hay también en la historia no pocas mujeres escritoras que, para ahorrarse prejuicios, han firmado con un nombre de hombre: Amandine Aurore Lucile Dupin fue en la literatura George Sand, Mary Anne Evans firmó como George Eliot, Karen Christenze Dinesen se dio a conocer como Isak Dinesen…

Yo he elegido quedarme con mi nombre. Feo o bonito, largo o corto, fácil o difícil… Es el mío.

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4 Comentarios
  1. Responder

    Paula

    11/07/2018

    Hola.
    Si bien es cierto que en el arte lo importante es el contenido, todo artista ya sea desde el punto del creador como intérprete necesita que se forme en el pensamiento de los demás. Considero que un buen nombre facilita a la hora de reconocerlo. No creo que nadie diga mira un Pablo Ruiz, pero si dicen un Picasso, porque este apellido tiene personalidad propia. ¿Se diría lo mismo de un Rodríguez? Alguien con un nombre muy común, puede resultar demasiado plural.

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