Afrontar el futuro en la empresa de hoy
Unos se hunden ante la adversidad de esta epidemia mundial mientras que otros aprenden la lección para poder afrontar el futuro con mejores herramientas. Seamos de los segundos.
Deseamos volver a la normalidad, pero lo ideal no es regresar a esa vieja situación que no nos convencía, sino ser capaces de mejorarla, aprender de los errores y construir un futuro mejor.
Sabemos que hay y habrá una gran pérdida económica, pero también, durante este tiempo de confinamiento, hemos aprendido que podemos vivir con menos bienes materiales, que somos capaces de ser solidarios y de ayudar a quienes nos necesitan. Además, si algo ha quedado demostrado es que los afectos resultan inmunes al virus.
La situación es de incertidumbre. Ignoramos cómo será el mundo después del coronavirus, pero está claro que necesitaremos adaptarnos a lo que nos depare. Para ello, las empresas deben cuidar su capital más valioso: las personas. Y también…
Liderar con fortaleza
Ejercer un liderazgo fuerte significa dejar claro que vamos a trabajar para hacer frente a la nueva situación, que nuestro compromiso corporativo continúa siendo sólido en la búsqueda del beneficio como empresa que trabaja para la sociedad a la que sirve. Por tanto, debemos nombrar, si no lo tenemos, un equipo con formación y recursos que lidere la salida de las dificultades e indique a los demás cuál es el camino.
Actuar con flexibilidad
Este requisito, siempre necesario, lo es aún más en tiempos de recuperación, en los que las necesidades sociales cambian y los clientes demandan nuevos productos y servicios. Ahora, más que nunca,resulta vital adaptarse, modificar la producción, reorganizar las estructuras, reasignar puestos de trabajo… La flexibilidad es la clave para sobrevivir.
Ser conscientes de la provisionalidad
Nadie nos garantiza la vida de hoy para mañana y, sin embargo, nos comportarnos como si fuéramos eternos. Después de esta crisis, deberíamos aprender que todo puede cambiar en cualquier momento y que, por tanto, tenemos que estar preparados por si ocurre. Ser previsores no significa actuar con miedo, sino con la tranquilidad de tener una red que amortigüe la caída.
Practicar la comunicación emocional
Expresar emociones, escuchar activamente, sentir empatía, ser cálidos, comunicar el agradecimiento, acompañar en el duelo, compartir afectos… Son los ingredientes de la mejor receta para construir un futuro en el que podamos hacer frente a nuevos desafíos.
Las corporaciones no solo deben establecer políticas de cuidado emocional de sus trabajadores, sino también de sus clientes.
Está demostrado que las emociones generan un impacto positivo en las relaciones entre empresas y trabajadores y entre clientes y proveedores de productos y servicios…; esto es, entre las personas. Las emociones nos diferencian de las máquinas, de las estadísticas, del aislamiento. Dar afecto es recibir afecto.
Tratar bien a los empleados mejora la productividad; conectar con las emociones de los clientes incrementa su respuesta positiva.
Nuestro lado más humano es lo que nos permite extraer enseñanzas cuando surgen los problemas.
Séneca escribió:
«No hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba».
Salgamos reforzados de esta crisis.