Automotivación como motor de la eficiencia
Suena el despertador y mientras unos ven un nuevo día por delante para abordar con energía su trabajo, solucionar problemas, resolver retos…, otros se lamentan de la jornada que los espera.
Las circunstancias profesionales no son iguales para todo el mundo, por supuesto, pero está claro que la automotivación es una emoción esencial que nos impulsa a emprender nuevas tareas, a no abandonarlas y a sentir satisfacción por acabarlas, además de recobrar aliento para lograr nuevas metas.
Es posible entrenar la motivación y, con ello, nuestros trabajos y nuestras vidas serán más satisfactorios. ¿Cómo motivarse?
Tener propósitos
Como trabajador o como empresario es importante reflexionar acerca de nuestro porqué: ¿por qué estoy aquí?, ¿qué busco?, ¿cuál es mi objetivo?, ¿cuáles son mis metas?… Hacer una lista con lo que queremos y lo que esperamos lograr, con objetivos grandes y pequeños, nos ayudará a conocer nuestros propósitos, a trabajar de manera eficiente para lograrlos y a experimentar la satisfacción con cada logro, lo cual supone, sin duda, una retroalimentación fabulosa para impulsar la motivación (y la dopamina).
Crear un plan
Cuando se tienen propósitos hay que trazar planes para alcanzarlos. No basta con decir, por ejemplo, mi meta final es tener una gran empresa, sino establecer pequeños pasos que permitan mayores avances en el medio y el largo plazo. Algo tan sencillo como crear un calendario con tareas y fechas es importante para chequear los progresos.
Comunicarse
Es imprescindible contar con personas con las que compartir nuestros anhelos y ambiciones. Hablar de lo que queremos conseguir profesionalmente es una forma de poner en claro nuestras ideas y de abrir la puerta a que entren las sugerencias de los demás, de nuestra pareja, de la familia, de los colegas y de los jefes.
Cultivar el optimismo
No estamos hablando del manido «hay que pensar en positivo», sino de saber relativizar, encontrar la manera de superar los obstáculos, ver el lado bueno de lo malo, pensar que los fracasos sirven para dar otro enfoque a la vida y a nuevas oportunidades.
Las personas optimistas pueden tener niveles superiores de serotonina, pero además la alimentan; estoy segura. El optimismo se construye primero con determinación y también con una vida saludable, teniendo actividades gratificantes, buscando áreas de interés, cuidando a los amigos, con equilibrio entre el trabajo y la vida personal, aprendiendo nuevas cosas cada día, saliendo de la zona de confort y afrontando nuevos retos.
Respetarse
Los deseos de los demás cuentan, pero los propios también. Cuando una persona tiene sus reglas claras puede superar las presiones y actuar como desea sin dejarse llevar. Eso nos hace sentirnos mejor.
Rodearse de personas motivadas
La motivación, como la sonrisa, es contagiosa. Por eso nos interesa relacionarnos con personas cuya actitud sea un ejemplo de entusiasmo, impulso, ánimo… A su vez, podemos ayudar a aquellos que se sienten desmotivados apoyándolos en su camino de búsqueda. El efecto será positivo para ellos y para nosotros.
La automotivación en el trabajo nos hace más productivos y orgullosos de lo que conseguimos cada día. Y más felices. Gracias a ese «deseo de hacer cosas» es posible ascender profesionalmente, tener relaciones mejores con nuestros directores y con los compañeros, conseguir oportunidades en proyectos interesantes… Tener éxito.
«El placer y la acción hacen que las horas parezcan cortas»
Shakespeare.
Por eso las personas automotivadas se lanzan cada mañana a disfrutar de su trabajo sin un minuto que perder.
