Comprar libros no es lo mismo que leerlos
Una cosa es comprar un libro y otra leerlo. Algunos estudios revelan que no leemos el 60 % de los libros que compramos.
Haced la prueba: mirad vuestras estanterías y pensad en cuántos de los libros que guardáis habéis leído o, mejor aún, cuántos habéis terminado.
Una encuesta realizada en 2014 a dos mil británicos reveló que no habían leído aproximadamente las dos terceras partes de los libros que almacenaban en sus casas. Es verdad que todos tenemos algunos libros regalados y otros heredados, es decir, no elegidos por nosotros, pero los conservamos porque tenemos con ellos una implicación emocional: nos recuerdan a…, eran de… Nunca vamos a leerlos, pero no pensamos tirarlos. Influye además nuestro ramalazo Diógenes, ese que nos hace acumular cosas que no necesitamos, y puede que también nos frene la convicción de que los libros no se tiran, como nos pasa con la comida.
Parece que este porcentaje se dispara con los libros electrónicos. Según el portal Digital Book World, el 60% de los libros que se compran ni siquiera se abren; y de los que se empiezan, un porcentaje variable no se terminan nunca. Dependiendo del género, los más literarios no se acaban entre el 70 y el 90% de las veces, mientras que el abandono en los más cinematográficos baja al 20-40%.
Se sabe también que la renuncia a llegar al final se produce mayoritariamente en el primer tercio del libro, y que cuando se alcanza la mitad, casi siempre se termina. Por eso parece importante que los autores sepamos captar a los lectores y consigamos atraparlos en la primera parte, para que no se dispersen con la inmensa cantidad de atractivos que les ofrece el universo digital.
Mi nueva novela va a presentarse en la próxima Feria del Libro de Madrid. Se titula Duele la noche. Me gustaría que la comprarais, pero sobre todo que la leyerais hasta el final.