Dedíqueme este libro, por favor
Dedicar un libro a alguien puede ser un acto de aprecio y distinción hacia la persona que tenemos delante o un mero trámite.
Como sabéis los que me seguís, estoy dedicada casi full time a la promoción de mi segunda novela «Piel de agua» en Estados Unidos. En estos días tan dulces, mucha gente se acerca y me pide: «Dedíqueme este libro, por favor». Unas veces la dedicatoria es para quien tengo delante, y el ritual se repite: miro a la persona, le pregunto el nombre, reflexiono y me lanzo a escribir.
En otras ocasiones, el libro va ser un regalo para una hermana, una madre, un marido… alguien a quien ni siquiera puedo imaginar. Mi novela, con todo el amor y el esfuerzo que he puesto en escribirla, va a volar a una persona desconocida, transportada por el mensajero que solicita de mí unas palabras para un ser querido. Y de nuevo, miro a la persona, le pregunto el nombre, reflexiono y me lanzo a escribir.
Las dedicatorias también forman parte de mi oficio de escritora y, por tanto, no me gusta hacerlas de cualquier manera. Jamás voy a poner «Con cariño para Pilar» y mi firma. Prefiero pensar en Pilar, valorar a la persona que ha elegido mi novela de entre todas las posibles, ha realizado un desembolso económico, se ha acercado a mí, ha expresado su deseo de que yo redacte algo personal y exclusivo para ella, quiere que le dirija mi atención y mis sentimientos, aprecia una dedicatoria como un valor añadido en el que ahora ya es su libro… Por todo eso sé que tengo delante a alguien especial para mí.
A veces no es fácil dedicar un libro tras otro a desconocidos, pero cuando cada futuro lector me agradece la dedicatoria que le entrego, yo siento que, en realidad, le estoy mucho más agradecida por habérmela pedido. Y siempre me esfuerzo en demostrárselo.