El estrés en el trabajo. Cómo afrontarlo
La insatisfacción en el trabajo da lugar a lo que los psicólogos llamamos estrés laboral, y se manifiesta como ansiedad, abatimiento, angustia, irritabilidad, fatiga o desmotivación.
Hay personas afortunadas para quienes el trabajo es donde encuentran emoción, estímulo, diversión e inspiración. Pero cuando el trabajo constituye una carga que nos obliga a dedicar muchas horas diarias a una actividad que no es fuente de motivaciones, supone un gran conflicto.
Un daño importante
La insatisfacción en el trabajo provoca el llamado estrés laboral, y sus síntomas son ansiedad, abatimiento, angustia, irritabilidad, fatiga o desmotivación. Esto puede producirse por variables reales o imaginarias, ya que no todo depende del trabajo y sus condiciones, sino de la personalidad de cada uno, que tiene un papel fundamental al respecto.
Dado que, por lo general, necesitamos los medios económicos que el trabajo nos proporciona para vivir, nos encontramos atrapados. Sin podernos cuestionar un ¡basta ya!
Existen datos experimentales y clínicos que ponen de manifiesto el estrés en función de su intensidad y duración, y las alteraciones que producen en nuestra mente y nuestro cuerpo, puesto que está directamente relacionado el aumento o disminucion de las hormonas de gluco-corticoides, y su incidencia directa en las respuestas fisiológicas del cuerpo. Estas alteraciones desempeñan un papel muy importante en todos los procesos emocionales, de aprendizaje y memoria, así como en todo lo relacionado con el sistema nervioso central, con el consiguiente efecto negativo sobre la salud.
Caminos para superar el estrés laboral
Lo bueno es que hay algunas técnicas que podemos utilizar para resolver este estrés laboral, de la manera más coloquial posible, y ser capaces de practicarlas por nosotros mismos dándonosla oportunidad de que nuestra mente resuelva los principales interrogantes sobre las acciones a ejecutar. Estos serían los pasos:
1. Identificar la situación que causa el problema.
2. Describir con detalle el problema y la respuesta habitual a dicho problema. Describir la situación y la respuesta en términos de quién, qué, dónde, cuándo, cómo y por qué. Así podremos ver el problema de forma más clara. Es muy importante reflexionarlo por escrito.
3. Al escribir las respuestas, hay que añadir nuestros objetivos; es decir, qué necesitamos que ocurra para resolver ese problema.
4. Hacer un listado con las alternativas posibles. Habrá que anotar todas las ideas que vayamos teniendo y ver luego cuáles podemos poner en práctica. Para ello hay que tener en cuenta:
- No ser críticos, por lo tanto, excluir todo lo que suponga un juicio de valor.
- Anotar todas las respuestas que se nos ocurran y la combinación de ellas para alcanzar nuestros objetivos.
5. Seleccionar las estrategias más prometedoras para cada uno, aquellas con las que nos sentiremos mejor y evaluar las consecuencias de ponerlas en práctica.
6. Darnos un plazo de tiempo para cambiarlas. Y ponernos en marcha.
Pedir ayuda a un profesional
Pero si el problema se prolonga excesivamente en el tiempo después de ponerte en marcha, y te sigue limitando o te genera un deterioro significativo en tu vida cotidiana, es conveniente contactar con un profesional para intentar abordar la situación desde un punto de vista terapéutico.
Son muchos los momentos en los que necesitamos acabar con la situación que vivimos, hacer cambios, buscar alternativas y, tener la certeza de que todo esto está dentro de cada uno de nosotros. A veces, no podemos cambiar la realidad que tenemos, pero sí la percepción de ella. Hemos de buscar la manera de decir ¡basta ya! a la realidad con la que vivimos en conflicto buscando otros caminos, y jamás poner en peligro nuestra salud emocional, que es también la salud fisiológica.