El fracaso es una vitamina para el éxito
Cada vez está más aceptada como parte integrante del éxito la palabra fracaso. Ya no se encuentra dentro del mundo peyorativo. La ciencia se ha forjado sobre el principio de ensayo y error, y hoy los grandes crecimientos empresariales están llenos de fallos cosechados que les han ayudado crecer. Me gusta decir, que el fracaso es una vitamina para el éxito.
Thomas Edison fue un gran científico, pero también un exitoso empresario que registró más de mil patentes a lo largo de su vida. Muchos de sus inventos solo alcanzaron la gloria después de un largo camino de desastres.
Antes de que su bombilla iluminara a la humanidad, el historial de decepciones era tal que la prensa de la época se reía del asunto; pero cuando le preguntaron por ello, el genio respondió: «No he fracasado. He encontrado diez mil soluciones que no funcionan».
Del mismo modo, la historia está llena de personas exitosas a las que echaron del colegio cuando eran niños, que perdieron estrepitosamente en todos los concursos a los que se presentaron, que sufrieron el rechazo a sus obras o sus ideas en multitud de ocasiones…, pero que no se rindieron.
En toda vida empresarial, desde mi punto de vista perder coexiste con ganar y para ello:
Hay que admitir el propio fracaso
Hay que asumir los errores, jamás encubrirlos ni derivar la responsabilidad hacia otros. Pero también hay que compartirlos, porque eso genera empatía, les dice a los demás que también ellos pueden fracasar y muestra que todos podemos ser resilientes, salir a flote tras el naufragio. Y no solo eso, hablar abiertamente de un fallo propio puede llevar a otros a dar con la solución que no hemos encontrado.
Ser tolerante al fracaso de los demás
También se pone de manifiesto que lideramos un equipo sin miedo al fracaso, dispuesto a asumir riesgos de forma inteligente. Solo así se abre la puerta a la innovación, porque las personas se sienten libres y arriesgan para experimentar nuevas soluciones.
Ser cooperativo
En una corporación todos deben ser próximos y cooperar, sin asomo de competitividad entre sus componentes, sino solo hacia el mercado exterior. De esta manera se impulsa también la creatividad, el orgullo de pertenencia, el bienestar y, por tanto, la productividad.
Cuidar las emociones
Tener la seguridad en el éxito, pero si fracasas asumirlo con tolerancia y aprender de los errores. Eso puede suponer una pérdida de autoestima importante en algunos casos, pero sabiendo gestionar sus emociones, aprendiendo con sabiduría que se puede obtener de otro modo, que intentarlo de nuevo en otras condiciones le da la oportunidad de fortalecerse y motivarse.
Winston Churchill decía “El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso, sin perder el entusiasmo”.
Reflexionar sobre el fracaso
Para aprovechar las ventajas que nos proporciona el fracaso, hay que analizarlo y ser autocrítico: saber si se ha debido a un descuido, a una falta de planificación, a una deficiencias de colaboración etc. Y acabaré con una frase de Napoleón Hill “La mayoría de las grandes personas han alcanzado su mayor éxito sólo un paso más allá de su mayor fracaso”.