El poder curativo de la escritura
Poner en palabras nuestros sentimientos negativos y experiencias traumáticas nos ayuda a superar el dolor. Aunque tengamos a quién contarle nuestras penas, escribámoslas.
Los psicólogos utilizamos la escritura como terapia para conocer a nuestros pacientes y para que ellos se conozcan a sí mismos y puedan manejar las adversidades que, ineludiblemente, nos plantea la vida.
Hablar, comunicar a alguien de confianza nuestro dolor o las malas experiencias vividas representa una ayuda inestimable, pero escribir resulta aún más útil para curar el sufrimiento.
Un ejercicio liberador
Esto ocurre porque cuando hablamos con otra persona nunca somos libres del todo, estamos expuestos a sus juicios, esperamos sus consejos, podemos temer su reacción, estar cohibidos, representar el papel de ser nosotros mismos sin serlo… En cambio, cuando escribimos podemos expresarnos sin reservas porque se trata de un ejercicio liberador que desnuda nuestros sentimientos de rabia, dolor, tristeza, impotencia, humillación, pena, ira, odio… Estoy hablando de escribir para uno mismo, esto es, practicar la escritura terapéutica con el fin de aclarar las ideas y procurarse un desahogo. El beneficio que proporciona la escritura es una especie de analgésico de efecto inmediato, incluso si después de redactar varios folios los prendemos fuego o los enviamos a la papelera de nuestro ordenador.
Existen otros escritos curativos, como la poesía, la novela o tener un blog, pero ahí el efecto es diferente, puesto que estamos sujetos al juicio de quien nos lee, a la presión de escribir correctamente, a las leyes literarias, ortográficas, gramaticales… o incluso a las peticiones del editor o las exigencias del mercado editorial.
La escritura terapéutica es otra cosa. No necesita más que un lugar íntimo, un tiempo en el que nadie nos moleste, el ordenador o el papel, y el deseo de lanzarnos a expresar pensamientos y sentimientos. Existen numerosos estudios sobre el poder curativo de la escritura cuando tenemos que afrontar situaciones difíciles, investigaciones sorprendentes y muy interesantes, algunas aplicados a situaciones tan terribles como los atentados de Madrid del 11-M.
El escritor Jorge Edwards, Premio Cervantes, y embajador de Chile en Francia, dijo hace unos días que «mientras haya escritura, hay vida». Y yo estoy de acuerdo. Por supuesto que la escritura no es el único tratamiento cuando nos sentimos mal, pero ayuda. Probadlo.
pepa gonzález
gracias por este post. totalmente de acuerdo contigo. cada situación difícil en mi vida ha llevado aparejado lectura y escritura. Sin las letras no podría hacer frente a situaciones inherentes a la condición humana como el dolor, el miedo o la tristeza. Es fundamental en mi vida. Citando a otro grande que tampoco consigue vivir sin letras: “Soy de ese tipo de personas
que no acaba de comprender las cosas
hasta que las pone por escrito.” Haruki Murakami, de su libro _ Tokio Blues
un saludo desde Lanzarote.
Estrella Flores-Carretero
Muchas gracias a ti por leerme, por comentar y compartir. Y por la preciosa cita. Un abrazo.
Segundo Urdaneta
comparto plenamente este articulo ya que escribo desde muy niño y vivo para escribir y escribo para vivir siendo que la escritura es mi oxigeno actitudinal y armar letras para formar palabras que rimen e iluminen a mentes y corazones es mi mayor alegria y reconozco el valor terapeutico de la escritura desde tiempos remotos ya que es valvula donde se drenan emociones que afectan nuestra salud si estuvieran dentro de nosotros,felicito este espacio y mi twitter@elclubdelexito retrata mi alma en cada tuis.Sueño con un mundo donde las letras y los versos sustituyan a las balas y bombas en el reino de la escritura.Segundo