Mentimos 8 veces al día (como poco)
La mentira es un fantasma que nunca te dejará en paz mientras sólo tú sepas la verdad… Pero esto no significa que haya que decir siempre la verdad, sino hacer las cosas con honestidad.
La mentira es una conducta cotidiana de los humanos, y aunque tiene mala fama, se considera uno de los recursos más útiles y deseables para conseguir lo que nos proponemos. Los últimos estudios apuntan a que diariamente mentimos en cosas pequeñas, sin apenas importancia, al menos ocho veces al día. Estas pequeñas mentiras no son transcendentes y forman parte de la red social.
No es grave, a menos que…
Pero lo que sí resulta peligroso es que el hábito de mentir pueda transformarse en un trastorno de la personalidad.
El afán por impresionar, por resultar valiosos y geniales ante los demás, falseando para ello la realidad, en el fondo no es más que la ambición de ser dignos de amor e importantes ante el resto de las personas. Es un síntoma de falta de adaptación a una realidad que no nos gusta.
También nos proporciona un pequeño resto de placer sobre lo que nos gustaría que sucediera, imaginando que somos ricos o que seducimos a las personas más bellas. Con estas mentiras se puede llegar a tener una gran satisfacción, que no desaparece con el disgusto de que sean solo fantasías.
El problema es que para mentir tanto y que no se note, uno ha de comportarse igual que un actor que representa un personaje y que quiere resultar creíble. Y puede suceder que al esforzarnos tanto por ser esa persona inventada, nos confundamos y olvidemos quiénes somos realmente. El personaje suplanta al yo real, con lo que nuestra personalidad se instala en una base muy peligrosa, que no llegará nunca a saciarse por este procedimiento, y cada vez nos sentiremos más insatisfechos con nosotros mismos.
Hay opciones mejores
No importa demasiado que mintamos en cosas pequeñas, pero debemos tener en cuenta algunos aspectos importantes:
♣ Hay que jugar limpio con nosotros mismos, es el mejor camino para ser aceptados por los demás. Hay que reconocer las imperfecciones e intentar modificarlas, y si no podemos, pidamos ayuda a un especialista.
♣ No temamos reconocer nuestras carencias, mostrándolas con humildad y sinceridad también podemos lograr ser aceptados. Una persona mentirosa que es capaz de cambiar de actitud se sentirá más feliz con el tiempo no falseando la realidad, sino siendo como es.
♣ Una vez conseguida esta aceptación básica se debe aspirar a intentar el reconocimiento por nuestros propios méritos, que ya será un afán de darnos más, de buscar una mayor cualidad, de jugar más fuerte, una activa entrega para participar, colaborar, sugerir y animar a los amigos, la familia, los equipos de trabajo, etc.
Y recuerda, somos merecedores de ser lo que somos. Hemos de aceptarnos de esta manera, con nuestras deficiencias y nuestras virtudes. Porque esto es lo único real en nuestra vida.