Flexibilidad, clima laboral y absentismo
Siempre abogo por una cultura de trabajo en la que las personas, que son la base de toda organización, puedan compatibilizar su vida personal y laboral. Me parece deseable que se les permita adaptar sus horarios siempre que sea posible de forma que, sin dejar de cumplir con los objetivos de la empresa, den respuesta a sus necesidades de las personas.
Dependiendo del tipo de actividad, quizá no sea necesario que todo el mundo entre y salga a la misma hora de la oficina, ni siquiera que cada uno realice su trabajo con presencialidad en la sede corporativa, insisto siempre que sea compatible con las necesidades de la organización. Estoy segura de que ofrecer autonomía y brindar responsabilidades a la gente es la mejor forma de trabajar a gusto y, por tanto, de incrementar la productividad.
Sin embargo, el absentismo ocurre y puede afectar negativamente al clima laboral. Los líderes no deben ignorarlo, porque más temprano que tarde terminará por minar la reputación de la empresa y la moral del resto del equipo. Es vital atajarlo rápidamente, ya que otros empleados vivirán la falta de compromiso de un compañero como un agravio comparativo, se verán obligados a asumir más tareas de las que les corresponden, acumularán resentimiento o terminarán por caer ellos mismos en igual actitud. ¿Qué hacer para cortar la situación?
Fijar la política empresarial por escrito. La mayoría de las personas son honestas, pero las excepciones existen. Por eso, toda empresa, pequeña, mediana o grande, debe tener un manual donde se detalle qué considera tolerable y qué no. De este modo, cualquiera sabrá a qué atenerse y conocerá que el absentismo repetido y prolongado será causa de sanciones o, incluso, de despido. Hay que dejar claro qué se considera absentismo, qué permisos existen por enfermedad, por causas familiares, etc.
Hablar del asunto. En las reuniones generales, conviene hacer hincapié en que no se tolerará el absentismo porque es insolidario y atenta contra el bien común, que no es otro que el buen funcionamiento de la empresa, un barco que, si se va a pique, causará el naufragio de todos los que vayan a bordo.
Antes de actuar, recopilar datos. Cuando se detecta un caso de absentismo, es necesario llevar registros de retrasos, ausencias, etc., para tener pruebas reales del comportamiento no tolerable.
Conversar en privado. Si una persona persiste en su absentismo, hay que ser directos, hablarlo con ella en privado y mostrar la preocupación por lo que ocurre: ¿qué le hace faltar o llegar siempre tarde?; ¿está atravesando una mala situación personal?; ¿cómo podemos ayudarle?; ¿tiene alguna alternativa para cumplir con sus compromisos? Quizá otro horario, un desempeño por objetivos, un cambio de puesto, etc.
Evitar los favoritismos. Este es el punto más difícil de cumplir. Un líder empresarial debe tener siempre presentes las palabras de Cicerón que afirmaban: «Es mejor ser víctima de una injusticia, que hacerla a otro». La equidad es básica en la empresa. Para ayudar a alguien que no cumple con sus obligaciones no se le puede favorecer en perjuicio de otros. Seamos flexibles a nivel laboral, sí, pero solo hasta cierto punto.