La ambición, ver la oportunidad y la proactividad, claves de éxito en las organizaciones
Parece que solo los mediocres, los que no destacan ni en un sentido ni en otro, están bien considerados. Sin embargo, cuando hablamos de empresas, la ambición resulta indispensable: es su verdadero motor y si a ello le sumamos la oportunidad el resultado será “el éxito”.
La ambición es un deseo ardiente de conseguir algo. Se puede anhelar vehementemente ser el mejor profesor, el mejor arquitecto, el mejor líder… y trabajar por ello cada día. El deseo de superación no solo es legítimo, sino, en mi opinión, necesario.
Pero no se debe olvidar que la oportunidad, hay que saberla ver en las organizaciones conseguir el éxito. Decía Richard Branson que “las oportunidades son como los autobuses vienen unas detrás de otras” yo añadiría que es verdad “pero hay que ver venir a ese autobús porque si no, puede atropellarte”.
La ambición empresarial y la oportunidad son también impulsos para superar desafíos y diseñar estrategias que permitan alcanzar los objetivos propuestos. La capacidad para no conformarse y seguir avanzando. Quienes no son ambiciosos se limitan a imaginar lo que podrían hacer, mientras que los ambiciosos consiguen hacerlo.
Para incorporar la ambición en la cultura empresarial se necesita:
No paralizarse por el miedo a la oportunidad
Las grandes corporaciones parten de una idea brillante, aunque no necesariamente original. Las empresas deben permanecer en estado de alerta para detectar cuál puede ser su oportunidad de negocio y la mejor vía para desarrollarlo, detectar nuevos retos y ambicionar logros, aunque encuentres dificultades. Henry Ford decía: “cuando todo parece ir en tu contra, recuerda que el avión despega con el viento en contra, no a favor”
Tener sueños alcanzables
Hay que tener sueños grandes, pero alcanzables. Las metas pueden ser muchas y adaptarse a las circunstancias y a los tiempos. Es preciso establecer objetivos a corto, medio y largo plazo que nos digan dónde estamos y adónde queremos llegar. Pero siempre tener claro a donde nos dirigimos. Sabiendo el objetivo, siempre se llega a la meta si no desviamos el camino.
Capacidad de esfuerzo
«Si quieres, puedes» es una frase engañosa, yo añadiría “puedes si eres proactivo”. Es importante desear algo para que se cumpla, pero el éxito no viene de la mano de una varita mágica. Hay que trabajar para conseguirlo. Las corporaciones ambiciosas saben que detrás de un logro está la dedicación, y cuando obtienen un buen resultado, no se detienen: van a por el siguiente porque saben que su competencia no descansa.
Tolerancia a la frustración
La ambición y la oportunidad ejecutiva está reñida con el miedo. Exige tomar decisiones valientes que, a veces, resultan equivocadas, pero siempre sirven para aprender. La ambición induce a levantarse de nuevo, a no generar pensamientos negativos y, por supuesto, a aprender de los errores. “El hombre con una nueva idea es un maniático hasta que la idea tiene éxito” Mark Twain.
Manejar situaciones adversas
Una empresa ambiciosa no espera a que las circunstancias adversas cambien por sí mismas. Si ha podido detectar a tiempo las dificultades, no se rinde. Persevera. Estudia cómo rectificar el rumbo, pero jamás apaga el motor.
Su misión no cambia, pero sí la forma de abordarla. Si quieres mejorar cada día, sentir deseos de crecer, establecer objetivos y luchar por ello en tu empresa, continúa con la ambición y la detección de la oportunidad, pero no olvidemos la persistencia. “El éxito no es definitivo, el fracaso no es una fatalidad, lo que cuenta es el valor de la continuidad” Winston Churchill.
