LA FASE DE TRANSICIÓN ANTE UN NUEVO EMPLEO
En estos días resulta habitual ver empresas que cierran y trabajadores en la calle. Pero quedarse sin empleo no debe ser el final, sino una fase de transición para abordar con éxito el siguiente trabajo.
Multitud de empresas y millones de trabajadores en todo el mundo se han visto fatalmente afectados por la situación de pandemia que vivimos. Quedarse en paro, bien por un repentino cierre, bien por la lenta crónica de una muerte anunciada, supone una de las situaciones más estresantes en la vida de cualquiera.
El desempleo no solo acarrea un grave perjuicio económico, sino muchos otros efectos perniciosos que impregnan las relaciones familiares, de pareja y sociales. Las emociones normales en estos casos, como son la pérdida de autoestima, la tristeza, el enfado, la culpa, la envidia, pueden también llegar a poner en peligro la salud mental de la persona afectada.
Estos son los primeros auxilios ante el desempleo:
- Reconocer las emociones. La capacidad para desempeñar un trabajo y resolver los retos diarios que nos presenta alimenta nuestra autoestima. Ante un despido, es normal tener sentimientos de desvalorización, merma de confianza en nosotros mismos, dolor, pena… Asumir que nuestras emociones son lógicas y aceptarlas, nos ayudará a hacer un mejor duelo ante la pérdida.
- Hablar abiertamente. Decía Jean Racine que «el dolor que se calla es más doloroso». Yo así lo creo. Es preciso compartir las emociones con los demás, con nuestra pareja, con familiares y amigos o, incluso, con los meramente conocidos. Hablemos de lo mal que nos sentimos o escribamos nuestras inquietudes para que, una vez fuera, podamos verlas con la distancia necesaria y seamos capaces de empezar a gestionarlas.
- Pedir ayuda. No hay que ser orgullosos en estos momentos. Debemos hacer partícipes a los demás de nuestro desempleo, enviar mails diciendo simplemente «¿puedes ayudarme a encontrar un nuevo trabajo?», descolgar el teléfono y llamar a nuestra red de contactos. Tal vez no obtengamos resultados inmediatos, pero, sin duda, siempre serán infinitamente mejor que los que conseguiríamos al ocultar la situación.
- Cuidarse. El horario de trabajo estructura nuestro día a día, le da significado; carecer de obligaciones y perder los objetivos genera estrés y ansiedad, máxime en este escenario, en el que no sabemos cuándo se recuperará la economía. Hay que entender que estos sentimientos son los que cualquiera en nuestras circunstancias experimentaría y que existe mucha gente pasando por lo mismo; pero que sea mal de muchos no significa que debamos conformarnos. Tenemos que fijar nuevas rutinas como hacer ejercicio, acostarnos y levantarnos a la misma hora, alimentarnos saludablemente…
- Trabajar en buscar trabajo. La respuesta a la pérdida del empleo suele atravesar distintas fases: estado de shock, negación, depresión… Finalmente, aceptación. Cuanto antes asumamos la verdad, antes podremos ponernos manos a la obra y diseñar una estrategia que debe combinar el punto anterior, o sea, mimar nuestro presente, con la búsqueda de empleo.
Hay que trabajar, con horario, en encontrar trabajo: esa será una actividad más en nuestra agenda, que abordaremos con la mente abierta, dispuestos a cambiar de profesión si es necesario, de ciudad, de actividad, con la posibilidad de emprender, de aliarnos con otros y de renunciar a privilegios pasados.
Si sabemos gestionar nuestras emociones, no nos dejaremos vencer por el desaliento, recuperaremos la autoconfianza y renacerá la motivación necesaria para conseguir lo que nos propongamos.