ESTRELLA FLORES-CARRETERO
MADRID

Soy psicóloga, profesora, empresaria y escritora, aunque no necesariamente por ese orden. Tengo tres novelas publicadas: «Duele la noche», «Piel de agua» y «Días de sal».

Duele la noche
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El blog de Estrella

Lo que nos dicen los libros usados

Por el 01/08/2013

Los libros usados tienen su público. Hay gente que los adora y gente que siente rechazo, quizá porque su pasado nos dice algo…

Libros usados

Hay personas a las que no les gustan los libros usados. Piensan que dan un poco de mal rollo, con ese olor diferente y ese aspecto amarillento, quizá algo sucio. Incluso después de hojearlos sienten la necesidad de lavarse las manos… Para ellos es como utilizar ropa de segunda mano, que aunque la laves, no puedes olvidarte de que otra persona estuvo dentro de ese abrigo o esa chaqueta, que metió las manos en sus bolsillos, que manoseó sus botones… Quizá no se trata de una sensación de asco, sino de intromisión en la intimidad ajena, de poseer algo que no nos pertenece del todo por más que lo hayamos pagado.

El gusto por los libros usados

Pero hay gente a la que le encanta comprar libros usados, y no porque sean ediciones antiguas o raras que ya no pueden encontrarse de nuevo, ni tampoco porque salgan más baratos (que a veces ocurre justo lo contario). El gusto por los libros usados tiene algo que ver con el placer de capturar algo de su propietario, con la curiosidad, con la intriga, con la nostalgia… Puede que conozcamos al dueño, como ocurre con ese libro de cocina que manejaba aquella tía ya desaparecida y que conserva impreso algún sello de tomate o una marca del vaso de aceite que posó al despiste para que no se le pasara la hoja; o ese misal del abuelo que entre sus páginas esconde un recordatorio de primera comunión de una niña antigua y desconocida, o un sello de correos de épocas remotas.

También puede ser que no sepamos a quién perteneció el libro usado, pero que nos guste imaginarlo: «A mi querida Margarita, con todo mi amor. Arturo», y enseguida nos preguntamos cómo sería quien dibujaba aquella caligrafía, la relación con Margarita, si a ella le gustó el regalo, si llegó a leerlo, incluso si Arturo era un tipo de fiar o por qué escogió ese libro y no otro. El comprador de libros usados suele disfrutar con estas fabulaciones.

Y luego están también los libros propios que, al retomarlos, una vez leídos y usados, nos evocan otro momento de la vida: una anotación de nuestro puño y letra que no recordábamos, un marcapáginas que habíamos olvidado o, como me ha pasado hoy, unos gramos de arena de playa de algún verano remoto que no recuerdo…

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