Sí queremos pagar por descargarnos libros, pero no tanto

Cuando el precio es justo, la mayoría estamos dispuestos a pagar por  libros digitales.

Yo creo que la mayoría estamos dispuestos a pagar en la red. Cada vez somos más los que nos suscribimos a contenidos y compramos música o libros electrónicos. Es cierto que mucha gente se descarga lo que le interesa de forma ilegal, pero eso no se arregla tratando de poner puertas al campo; es decir, haciendo leyes que penalicen la piratería y que traten a los usuarios como a delincuentes.

En mi modesta opinión, todo mejoraría si se apostara por los precios justos y las ofertas imaginativas. Me sorprende que una canción pueda costar casi un euro o que la descarga de un disco salga casi por lo mismo que uno en un soporte convencional. No entiendo que un libro digital cueste 15 euros, cuando no hay papel, imprenta, distribución, gastos de almacenamiento ni de destrucción… Aunque por supuesto comprendo que se mantienen los costes de autor, editorial, corrector, maquetador, informático…

Renovarse o morir

Hace unos días leía que el diario The New York Times ofrece quince artículos gratuitos cada día a quienes se conecten desde un café Starbucks. Hemos sabido también que Telefónica y Círculo de Lectores se han unido para crear la plataforma Nubico, que permitirá la suscripción a todo un catálogo editorial; la idea es que por una cantidad razonable, unos 10 euros al mes, uno pueda leer todo lo que quiera de la editorial Planeta. Lo mismo ha hecho Pearson, con una cuota de suscripción on line.

Este tipo de acciones con otras empresas, las propuestas imaginativas, acordes con las nuevas tecnologías, y las políticas de apoyo (y no de persecución como la subida del IVA para el libro digital), son, creo yo, lo único que puede salvar al sector editorial.

Pienso que la piratería sería mucho menor si algunos vendedores y algunos políticos no intentaran tomarnos el pelo a los lectores. Querer imponer precios abusivos con el amparo de leyes policiales no parece ser el mejor camino. Cuando las editoriales se esfuercen por adaptarse a las nuevas demandas del mercado y redefinan su modelo de negocio, no harán falta las amenazas. Porque, cuando el comercio es justo, la mayoría de nosotros sí queremos pagar.

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