A vueltas con la literatura para mujeres
El asunto «literatura para mujeres» es un tema traído y llevado, sobre el que se puede escribir una cosa y también la contraria. A mí me da lo mismo dónde me coloquen. Yo escribo como lo que soy, y no puedo ser otra cosa. Tampoco me creo diferente a mis colegas masculinos… O sí, en realidad, me creo diferente y única, distinta de los demás escritores y escritoras, como le ocurre a cualquiera.
Es verdad que en esta sociedad en la que todo se clasifica, gustamos de etiquetar también la literatura. Pero creo que cuando la gente habla de literatura para mujeres en realidad quiere decir otra cosa. Quiere decir que es una literatura menor. Y eso sí que me parece mal porque presupone que las lectoras son menos exigentes o más incultas que los lectores, lo cual es absolutamente falso. O quiere decir que las escritoras tienen menos calidad que los escritores, lo que también constituye una falacia.
Dado que hay menos escritoras que escritores en la historia de la literatura, es cierto que algunos todavía miden a las mujeres con otra vara y las miran como a intrusas, igual que ocurría hace años con las que empezaban a conducir.
Desde mi experiencia como lectora y escritora, creo que la literatura es asexuada. Y esto es así porque la literatura cuenta la vida, esa vida de hombres y de mujeres, en la que a veces estamos solos y otras interaccionamos, nos ocurren cosas, nos odiamos, nos amamos… En la literatura, como en la vida, estamos todos y todas.