Cómo conseguir que tus hijos lean
Los padres de mis alumnos suelen pedirme consejo sobre cómo conseguir que sus hijos lean. Yo creo que es muy sencillo.
A mí me gusta leer porque en mi casa todo el mundo leía. Leer es una actividad que he visto practicar a mi alrededor desde que soy consciente. Mis padres, mis hermanos, mis tíos, mis abuelos… leían. Y yo veía que lo hacían sin quejarse, sin enfadarse, sin limpiarse el sudor de la frente, sin lanzar ufs a diestro y siniestro. O sea, que enseguida deduje que leer debía de ser algo agradable, cautivador.
Los lectores de mi familia se sentaban con un libro en las manos y súbitamente parecían absortos, ajenos a lo que pasaba a su alrededor. A veces podían levantar la vista y reflexionar sobre lo leído con la mirada perdida, otras se les notaba una leve sonrisa provocada por un párrafo afortunado, y en la mayoría de los casos se resistían a cerrar el libro y contestaban con un falso «Ya voooooy» cuando alguien quería sacarlos «ahora mismo» de esa historia en la que buceaban fascinados.
Historias compartidas
En casa se comentaba en la mesa lo que uno estaba leyendo: «Trata de una especie de virus desconocido que va causando ceguera a toda la gente y…». O alguien decía: «¡A ver si terminas ya esa novela y me la pasas de una vez!». Recuerdo lamentos como: «¡Me da pena que se termine porque me está encantando!», o «El final es inesperado porque….» y que los demás protestaran: «¡Calla, no sigas, no fastidies!».
Imagino que si un niño tiene la certeza de que leer es agradable, si ve cómo sus seres queridos disfrutan con ello, si hay libros adecuados para su edad (en el formato que prefiera), si en casa contamos y compartimos historias, si no le presionamos para que lea esto o lo otro, para que lea bien o mal…, tarde o temprano amará la lectura como lo hacen sus padres.
¿A ti te gusta leer?