Cuando los políticos se regalan libros
Entre los políticos y las personas de relevancia social se ha puesto de moda regalar libros. Además de políticamente correcto, es un gesto que valora la cultura, aunque a veces esté cargado de intención…
Escribí en este mismo blog sobre las ventajas de regalar un libro, porque es en sí mismo un artículo de prestigio que nadie va a rechazar y con el que jamás nos dirán: «¡Uf, si es que yo detesto leer!», por más que a algunos les pase.
En este año que se conmemora el 400 aniversario del fallecimiento de Cervantes, regalar El Quijote ha sido una apuesta segura, y aunque me consta que a mucha gente no le gusta la obra universalmente valorada y otra mucha no la ha leído, todos exclaman: «¡Ah, El Quijote, qué maravilla!».
Así, el rey Felipe VI acaba de llevarle al papa Francisco una edición facsímil autógrafa de la más famosa obra de Cervantes, y el presidente en funciones, Mariano Rajoy, regaló otro Quijote a Puigdemont, el presidente de la Generalitat.
Clásicos aparte, otros políticos se han apuntado a regalar libros. Por ejemplo, Pablo Iglesias, el líder de Podemos, le regaló a Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, un libro sobre la Historia del baloncesto, deporte al que los dos son aficionados.
¿Regalo envenenado o didáctico?
Hay quien también aprovecha que nadie rechazaría un libro para lanzar una indirecta o dar una lección. Son, digamos, regalos con mala leche, como hizo el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, al obsequiar a Barak Obama, su homólogo en Estados Unidos, con Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano, que denuncia los abusos del imperialismo, o cuando Pablo Iglesias regaló a Rajoy un ejemplar de Juan de Mairena, de Antonio Machado, resaltando los versos: «Ya hay un español que quiere vivir y a vivir empieza, entre una España que muere y otra España que bosteza».Y lo mismo cabe decir de Alberto Garzón, líder de Izquierda Unida, que entregó a Rajoy un ejemplar de Las consecuencias económicas de la paz, de Keynes, con el fin declarado de que sacara lecciones sobre lo que ocurre «cuando se humilla a los pueblos».
Los políticos hacen muy bien en regalar públicamente libros. Los demás observamos, aprendemos e imitamos. Y la cultura sale ganando. Sea cual sea el libro, quien lo recibe no tiene más remedio que agradecerlo con humildad y aceptar que algo tendrá que aprender, aunque se lo hayan regalado con la peor de las intenciones. Es otra ventaja de los libros: dicen lo que nosotros no nos atrevemos a decir.