Diversidad e inclusión: parte del éxito de tu empresa
No es nuevo que el mundo constituye un lugar diverso, poblado por personas con enormes diferencias culturales, sociales, económicas… Siempre ha sido así, pero no lo sabíamos o no nos atañían directamente las realidades de países alejados de nuestro entorno con los que la comunicación era lenta cuando no imposible.
Sin embargo, la rapidez actual en los desplazamientos y, más aún, la inmediatez de las conexiones informáticas con cualquier lugar del planeta nos colocan en una verdadera aldea global. Y esto resulta tremendamente positivo para las personas y también para las empresas, que no pueden ser ajenas a los profundos cambios sociales y tecnológicos, y que están obligadas a reflejar en su microcosmos el universo en el que operan.
La diversidad en una empresa permite, entre otras muchas ventajas, incorporar diferentes puntos de vista, distintas opiniones y algo muy importante: el aprendizaje de la tolerancia, la apertura de miras y el respeto por los demás, eso que tanto necesitamos cultivar.
Por ello, elaborar una política de diversidad e inclusión debe ser prioritario para pequeñas, medianas y grandes corporaciones.
Es necesario contar con un manual para los empleados y también para colaboradores, clientes, proveedores, para todos los que se relacionan con la empresa; un manual de obligado cumplimiento, breve, conciso y claro, que garantice que nadie va a ser injustamente tratado por sus características étnicas, su sexo u orientación sexual, su edad, su cultura, estado civil, estatus socioeconómico, experiencia, religión, filias y fobias políticas, discapacidad, aspecto físico, etc., etc.
Y también que establezca qué pasará si alguien vulnera ese código, dónde podrá denunciarse y cuáles serán las repercusiones. Las ventajas de hacerlo son muchas y entre ellas destacan:
Dar una buena imagen de marca
Hubo un tiempo en que tener supermodelos en la atención al cliente podía parecer una buena idea, pero eso ya no es así. En la vida real hay personas obesas y atléticas, altas y bajas, de etnia gitana o china, jóvenes o ancianas… Y está bien que nuestra empresa sea un reflejo de la sociedad. Los clientes lo aprecian porque en el fondo todos sabemos que lo verdaderamente importante no es lo que heredamos, sino las habilidades que adquirimos con entrenamiento, estudio y esfuerzo (como son las emocionales).
Favorecer la creatividad
Diferentes experiencias, culturas, idiomas… conllevan distintos puntos de vista, opiniones, pensamientos que conducen al intercambio de ideas y, con ello, a crear soluciones diversas e insospechadas. Hay un proverbio judío que dice algo muy sabio: «si todos tirásemos en la misma dirección, el mundo volcaría».
Fidelizar
Ser parte de una empresa justa y equitativa fortalece el deseo de vinculación. Las personas se sienten a gusto cuando comparten valores y cuando saben que su voz será escuchada y sus derechos respetados.
Crear oportunidades de negocio
Una empresa formada por equipos homogéneos tendrá más difícil ampliar su mercado; por ejemplo, pongamos una firma de moda dirigida a jóvenes cuyos creativos sobrepasan los 50 años o una fábrica de alimentos que pretende implantarse en una población extranjera sin conocer de primera mano sus costumbres gastronómicas. La diversidad es riqueza de conocimientos, por lo que incorporar personas con diferentes edades, conocimientos, destrezas, culturas… abre oportunidades a las empresas ¡y a todos!