El verano es para leer
Puede que, como yo, améis los libros y tengáis la impresión de que nunca tenéis tiempo suficiente para leer. El verano nos ilusiona con la posibilidad de dedicar más horas a esta pasión, ponernos al día en lecturas atrasadas, conocer autores nuevos, releer aquellos que tanto nos gustaron…
¡Por fin! Llegan las vacaciones y podemos disfrutar de un buen plan: leer.
Pero la perspectiva del tiempo libre provoca curiosos comportamientos en los lectores. Hay quien se carga de libros para las vacaciones con la intención de recuperar el tiempo perdido y, cuando regresa, comprueba que apenas ha podido leer medio libro de entre los diez que se llevó en la maleta.
Los hay que aprovechan para abordar un libro gordo, gordísimo, ese que siempre da pereza en la ajetreada vida cotidiana porque nos obliga a echar atrás las páginas cada vez que lo retomamos, tan de cuando en cuando, para recordar personajes olvidados.
Algunos se torturan con sesudos ensayos o biografías espesas, ahora que el tiempo libre deja más espacio para la concentración y la reflexión.
Otros eligen autores y libros de moda que todo el mundo conoce y comenta, menos ellos, para poder así intervenir en esas conversaciones en las que no pueden hacer más que mirar al techo.
También hay quien elige dar vacaciones a su estresado cerebro y se entrega al bestseller para no pensar en lo que llegará en septiembre, con el nuevo curso, la cuenta corriente resentida, los problemas aparcados…
Allá cada uno. Yo creo que en estos meses no se trata de ponernos tareas, sino de disfrutar del placer de la lectura.
Personalmente, prefiero llevarme un solo libro en el equipaje, abordarlo con ganas a cada rato, en la siesta, antes de la cena, en el preludio de la noche… y, al terminarlo, comprar otro, porque en todas partes hay librerías esperándonos.
Feliz verano y felices lecturas.