La dificultad de regalar libros
Regalar un libro parece fácil, pero acertar no lo es tanto.
Cuando alguien nos cuenta una historia no permanecemos indiferentes. Prestamos atención a los hechos, nuestros sentimientos de empatía se disparan, podemos notar rechazo o compasión, tal vez nos haga reír, nos llene de amor o nos provoque odio. Puede que remueva en nosotros experiencias pasadas, que nos traiga buenos o malos recuerdos, que nos incite a la acción, nos impulse a tomar partido, despierte nuestro afán protector, nos empuje a la huida. Y también es posible que nos aburra mortalmente.
Los libros conectan con nuestras emociones más profundas. Nos invitan a sentir, a vernos reflejados, a reflexionar, comparar, analizar, opinar, revivir experiencias, escarmentar en cabeza ajena… Que un libro nos guste o no también tiene que ver, y mucho, con nuestra formación literaria.
Otro factor que influye en que un libro pase a formar parte de nuestra biblioteca de favoritos es su género: hay quien prefiere los libros de viaje, quien se apasiona por las biografías, quien ama la poesía…, igual que hay quien detesta la historia, el ensayo o las memorias de políticos.
Un libro es el más personal de los regalos
A menudo, no nos atrevemos a regalar a alguien un pantalón o unos zapatos porque no sabemos su talla, sus gustos, porque es mejor probárselo, porque igual esta costura o esta horma no le convencen. En el libro entra en juego mucho más que gustos y tallas y, sin embargo, todos nos atrevemos a regalar un libro, que es sin duda el más personal de los regalos.
Ocurre a veces que compramos para el otro un libro que nos ha encantado a nosotros, y nos sentimos heridos cuando nos dice abiertamente que no le ha gustado, que lo tuvo que abandonar a la mitad o que ni siquiera lo ha leído. Antes de regalar un libro tenemos que saber ponernos en la piel de quien va a recibirlo. Así todo, aunque conozcamos muy bien al destinatario, es posible que no acertemos.
Ningún libro puede agradar a todo el mundo, pero regalar libros siempre es regalar emociones.