La disciplina en las empresas es absolutamente necesaria
Me gusta pensar que hacer el bien, es decir, tratar de manera justa y respetuosa a los trabajadores, los clientes y los proveedores, buscar su bienestar y perseguir un beneficio social, hará que todo el mundo responda dando lo mejor de sí mismo. Pero no voy a pecar de ingenua: el mundo no siempre es ideal.
En la empresa, como en cualquier organización social, todo el mundo tiene deberes y derechos. Los trabajadores están obligados a cumplir con el contrato firmado y a respetar los horarios establecidos, sin absentismos injustificados; deben hacer su tarea lo mejor posible, cuidar el material, no pelearse, no beber ni drogarse, no robar, no aceptar sobornos…
Para garantizar el buen funcionamiento empresarial es preciso que existan reglamentos escritos que regulen la actividad laboral y que informen de qué ocurrirá si alguien no respeta las normas. De este modo, la disciplina laboral es imprescindible porque…
- Asegura que todos los miembros de una empresa serán tratados con igualdad.
- Previene los conflictos laborales, ya que cualquiera sabe qué es lo que debe hacer, qué puede esperar y qué tiene derecho a exigir.
- Refuerza las decisiones empresariales porque supone un respaldo reglamentario para actuar.
- Recuerda que el mal desempeño es inaceptable y anima a todos a trabajar de forma eficiente.
- Permite modificar la actitud de quienes cometen faltas y disuade al resto de imitar su mal ejemplo.
Para que la disciplina funcione es necesario:
Reglas claras
Asegurarse de que todo el mundo conoce el reglamento de la empresa y sus posibles sanciones en caso de incumplimiento. Deben ser normas, que faciliten la convivencia y la productividad de forma clara, justa, lógica, con el fin de que sean aceptadas de forma voluntaria.
Investigación discreta
En caso de incumplimiento, hay que recabar la mayor cantidad de datos posible, con pruebas objetivas, sin prestar crédito a los rumores y sin olvidar los factores atenuantes que hayan podido influir en la conducta inadecuada.
Disponibilidad para escuchar
Hablar con la persona interesada en privado, nunca delante de otros, y escucharla atentamente, de forma imparcial, poniéndonos en su lugar.
Comprensión de las circunstancias personales
Es importante ser condescendientes en caso de asuntos menores provocados por problemas emocionales, ya sean personales, familiares, sociales o laborales.
Segunda oportunidad
Puede que solo sea necesario tener una conversación, o incluso llegar a advertir verbalmente y por escrito. Antes de tomar cualquier medida, podemos plantearnos el perdón. Cuando damos una segunda oportunidad a alguien suele sorprendernos muy gratamente. Toda actuación disciplinaria debe limitarse a casos extremos.
Decisión
Si se comprueba que la aplicación punitiva está plenamente justificada, no hay por qué retrasarla. Actuar permitirá a la empresa seguir avanzando cuanto antes.
Sin disciplina laboral es imposible la organización y el control del trabajo, pero, dicho esto, me viene a la memoria una frase de Pitágoras que debemos tener siempre presente: «Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres».