La educación en valores debe abarcar también las redes sociales
Leo las declaraciones del gran escritor, filósofo y pensador Umberto Eco y no puedo más que mostrar mi desacuerdo. Twitter y Facebook «dan el derecho de hablar a legiones de idiotas», ha dicho.
En mi opinión, cualquiera debe poder hablar, ignorantes o listos, con faltas de ortografía o sin ellas. Lo contrario no sería democrático. Al igual que todo el mundo puede votar, con independencia de su formación, tendencia política, sexo, religión o nivel económico. Y en ese sentido, está bien que las redes sociales permitan a la gente canalizar sus sentimientos y expresar su criterio. Dicho esto, es obligación de los educadores enseñar a la gente a discernir lo sabio de lo necio, lo respetuoso de lo ofensivo, lo ético de lo inmoral y, también, por supuesto, lo que es delictivo, dañino, injusto, falso o, simplemente, inapropiado.
El buen uso de las redes sociales
A mí me gustan las redes sociales y las utilizo para buscar información, estar al día en los temas que me interesan, relacionarme con amigos y conocidos, relajarme, reírme, establecer contactos sociales y profesionales… En fin, para lo que son.
Por supuesto que no las emplearía para mandar mensajes de odio hacia nadie ni para polemizar ni para hacer chistes ofensivos. Por eso, cuando veo algunas fotos que mis alumnos cuelgan en su Facebook (nada escandalosas, puedo asegurarlo), suelo decirles de broma que las voy a imprimir y pegarlas en la entrada del colegio. Curiosamente es entonces cuando se avergüenzan: les parece mal que lo vean un puñado de personas que pasan por el hall escolar y no que se entere todo el mundo en internet. Es el momento de dedicar una clase de reflexión a las redes sociales.
Mucha gente no es consciente de lo que supone lanzar un contenido equivocado a las redes, y hasta se cree amparada por la soledad de su dormitorio o el salón de su casa. Es ahí donde tenemos que educar a nuestros hijos y alumnos en las nuevas formas de comunicación. Igual que educamos en valores y formamos a los chicos para que no se peleen entre ellos o no se insulten, del mismo modo que les decimos lo que es una falta de respeto o amabilidad, tenemos que educarlos en redes sociales.
«Legiones de idiotas que antes hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad, ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los necios», se queja Umberto Eco. Yo creo que las personas educadas y sensatas lo son en el trabajo, en la vida personal, en el bar o en las redes sociales. No se trata de prohibir su uso ni censurar el que cualquiera pueda utilizarlas, sino de educar para que sean un factor más de enriquecimiento personal, social y profesional y jamás un instrumento de odio o falta de respeto.