Las apariencias engañan
¿Cuando uno tiene un libro entre las manos es porque está leyendo? Puede que nos equivoquemos.
Es posible que las manos sujeten el volumen abierto justo a la altura del marcapáginas, que los ojos miren absortos el discurrir de las líneas sobre el papel, que el gesto denote esa comunión con la trama que aísla al lector de cuanto ocurre a su alrededor… y, sin embargo, su mente esté lejos de allí, tal vez en la lista de la compra, en lo que tenía que haberle respondido a su jefe y no se le ocurrió en el momento, en lo que habrá para cenar al llegar a casa….
Cuando escucho eso de «ya nadie lee en el transporte público, ahora todo el mundo va mirando el móvil» estoy segura de que es falso.
Existen muchas aplicaciones para leer en formato ePub o PDF pensadas para el teléfono, para descargarse libros o leerlos en streaming, de autores clásicos o modernos, de escritores consagrados o de desconocidos que buscan a un lector que dé sentido a su trabajo o a un editor que descubra su talento.
El mundo en los bolsillos
Me parece fantástico meternos en el bolsillo nuestra biblioteca personal o incluso la biblioteca pública del barrio. Estas aplicaciones nos permiten no tener que llevar siempre un bolso enorme colgado del hombro y, lo que es más importante, tener a mano algo que llevarnos al intelecto en cualquier pausa, en las breves esperas que parecen eternas y en esos trayectos ineludibles en los que tenemos hambre de aprovechar el tiempo.
Se podrá argumentar que no es cómodo leer en el teléfono, y es cierto que el formato resulta inversamente proporcional a los años que vamos cumpliendo, pero en estas aplicaciones el tamaño de la letra, la tipografía, el color del fondo, el brillo de la pantalla… todo puede configurarse a gusto del lector. Incluso es posible dejar que nos lean en vez de leer, con la opción audiolibro.
Otra de las ventajas de los libros para móviles es que en este mundo paradójico hay más acceso a los teléfonos que a los libros en papel. Por eso la Unesco trabaja en favor de la alfabetización a través de los dispositivos móviles. Tal vez así la cultura logre una difusión verdaderamente universal y al alcance de todos.
La próxima vez que veamos que en el metro todo el mundo contempla su móvil y apenas hay gente mirando un libro no pensemos que los primeros no leen y los segundo sí. Las apariencias engañan.