Lo quiero ahora y lo quiero ya
Amazon va a distribuir los libros en menos de dos horas.
Yo creo que las cosas que hacemos con calma son las mejores. Y las más productivas. Reflexionar, hacer pausas para pensar, trazar caminos, planificar, valorar las posibilidades… O sea, dar dos pasos hacia delante y uno hacia atrás. Eso es lo que dispara nuestra creatividad. No siempre se trata de producir a toda velocidad, sino de inventar. Así es como el mundo avanza.
Por eso nunca me pongo nerviosa cuando un niño dice eso de «me aburro», aunque sea por enésima vez. El aburrimiento despierta el ingenio. Si los chicos siempre tienen un juguete a mano o una wifi a su disposición, será más difícil que piensen en cómo ingeniárselas para divertirse sin ayuda de nadie.
Lo mismo nos pasa a los adultos. ¡Cuántas veces tenemos un problema que nos abruma y no damos con la solución hasta que estamos serenos! La luz se enciende tal vez leyendo un libro, o mirando las olas del mar, esas que son tan diferentes cuando tanto se parecen.
Amazon, el gigante del comercio electrónico, anuncia que va a ser capaz de entregar libros en menos de dos horas. Y eso tiene ventajas e inconvenientes. Por un lado está bien que uno vea una crítica literaria y se diga «quiero este libro ahora, y lo quiero ya para empezar a leerlo durante la siesta» o «Cielos, no le he comprado nada a mi cuñada y viene a comer… ». Que alguien llame a tu puerta con un libro apenas has hecho el pedido es como recibir la caja de Telepizza: mola.
Pero, por otro lado, creo que debemos cuidarnos de las imposiciones del e-commerce. Un libro no es una pizza. Elegirlo es algo más complejo que decidir si va mejor la mozzarella o el gorgonzola. Los lectores no siempre necesitamos el bestseller más fresco, puede que estemos buscando una edición comentada de La Celestina. Y a veces ni siquiera queremos nada en concreto, por más que Amazon llene de sugerencias nuestra navegación. Por eso, cuando tenemos algo tan preciado como el tiempo, a mí me gusta ir a mi librería del barrio, sin prisa, hojear las novedades y ojear las portadas, hablar con mi librero, dejarme aconsejar… Leer es también defender la tranquilidad, esa que nos hace detenernos para avanzar.
Que tengáis un verano tranquilo.
