Los libros que nos quedan por leer
Un cálculo establece el número de libros que podremos leer antes de morir. Por si estáis interesados.
No discuto la utilidad de hacer estudios estadísticos. Y no solo porque dan de comer a quienes los realizan (lo cual no es poco), sino también porque nos ayudan a conocer nuestra realidad, a predecir el futuro con más o menos acierto, a implementar medidas para corregir desajustes, planificar los recursos, anticipar las necesidades… Y también porque nos entretienen.
En este último aspecto podríamos incluir un cálculo estadístico que me he encontrado en internet sobre los libros que nos quedan por leer antes de morir. De entrada, es realmente complicado saberlo, porque hay muchos factores que considerar, como la edad del lector, su esperanza de vida, las aficiones y el tiempo que dedica a la lectura, entre otros.
Está claro que a algunos no les quedarán muchos libros por leer, y no porque vayan a morirse de un momento a otro, sino porque, como ya he comentado aquí, tal vez pertenezcan a esos 4 de cada 10 españoles que no abren ni un libro al año. Esos no van a interesarse por este asunto: conocen el resultado mejor que nadie.
Habrá quienes se entretengan mirando el dato que arroja el estudio para cada caso: ¿Cuánto sale si uno es un lector mediano, lo que en Estados Unidos se considera leer 12 libros al año? ¿Y si es voraz, de los que leen 50 anuales? ¿Y qué hay para el que puede colgarse la medalla de verdadero superlector, aquel que devora 80 libros en 365 días?
Las estadísticas de Pew Reseach Center varían también si se trata de lector o lectora, y llegan a la conclusión de que ellas leen bastante más que ellos.
El cálculo servirá a unos para tranquilizarse: «Ah, todavía me quedan tres mil libros por leer; aún tengo esperanzas de volver a intentarlo con el Ulises de Joyce» o «Seguro que podré acabar con la colección de grandes clásicos que todavía tengo intacta en la estantería». Habrá otros que piensen: «¡Uf, no voy a poder con tantos!». Y también los que lo tengan clarísimo: «No puedo morirme, ¡con todo lo que me queda por leer!». Estos son los que aciertan.
