ESTRELLA FLORES-CARRETERO
MADRID

Soy psicóloga, profesora, empresaria y escritora, aunque no necesariamente por ese orden. Tengo tres novelas publicadas: «Duele la noche», «Piel de agua» y «Días de sal».

Duele la noche
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El blog de Estrella

¡Ay, el famoso olor a libro!

Por el 27/03/2014

¿Por qué tanta gente echa de menos el olor de los libros en papel?

Olor a libro

Hay personas que cuando les regalan un libro miran la portada, hojean y ojean sus páginas y, acto seguido, se lo acercan a la nariz y lo aspiran profundamente. No me digáis que no habéis visto hacer esto alguna vez. O incluso ¿lo habéis hecho?

El papel, como ocurre con cualquier fibra vegetal, se impregna de olores muy fácilmente. Es algo así  como cuando comemos en un restaurante mal ventilado y luego el pelo, la ropa, el bolso… todo tiene un desagradable olor a cocina.

Hablando de este tema con un amigo editor, me comentaba que cuando dan las pruebas a los correctores, saben quién ha corregido un determinado libro por el intenso olor a tabaco que queda en los folios que pasan por sus manos. El papel se impregna del ambiente que lo rodea.

Recuerdo que no hace muchos años, los niños, y sobre todo las niñas, coleccionaban papeles de cartas y sobres que tenían aromas dulzones, como de chucherías. Y el olor permanecía en el papel tan firmemente como las flores, mariposas, pajarillos y otros motivos cursis que lo decoraban.

Las revistas de moda y los suplementos dominicales nos dan a conocer nuevos perfumes que emanan de sus páginas. Todo huele a Chanel a Dior o al anuncio que sea; a veces insoportablemente.

El olor a libro viejo

Pero el olor a libro viejo es otra cosa. Un aroma característico a épocas pasadas, a lignina y a veces también a moho. La lignina, componente natural de la madera, huele más con el paso del tiempo y tiene una fragancia que lejanamente recuerda a la vainilla. Si nos taparan los ojos y nos dieran a oler viejas páginas, sabríamos enseguida que estamos cerca de un libro. A muchas personas les gusta este olor porque está asociado no solo al apreciado objeto libro, sino también a las historias con las que un día disfrutaron.

Sin embargo, los libros de hoy o no huelen a nada o huelen francamente mal. La celulosa para fabricar el papel se somete a procesos blanqueantes y se le añaden todo tipo de químicos, algunos bastante malolientes. Y, por supuesto, se elimina la lignina responsable de que amarilleen las hojas.

Así que cuando la gente habla con nostalgia del famoso olor a libro yo creo que hace mucho que no huelen uno, pero se me ocurre que inventar un ambientador con olor a libro viejo para rociar el e-reader o la la tableta podría ser un verdadero éxito.

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