Cuando la víctima se convierte en arma de manipulación
Daniele Gigliole, reconocido sociólogo italiano y una figura influyente en el ámbito de los estudios sobre victimización, afirma que hoy “la víctima es el héroe de nuestro tiempo”, porque con ello obtiene prestigio y reconocimiento garantizando que, esta condición de víctima, le inmuniza contra la crítica y le asegura una percepción de inocencia inquebrantable.
Pero, además, la victimización se convierte en una poderosa herramienta de manipulación en sus objetivos. Como apunta Furio Jesi, filósofo italiano, la víctima es irresponsable, no responde de nada, no tiene necesidad de justificarse, es el sueño de cualquier tipo de poder.
En la sociedad actual, nos encontramos inmersos en un desequilibrio marcado entre lo emocional y lo racional. Esta falta de armonía se ha extendido al mundo empresarial, donde cada vez es más común la manipulación del victimismo para obtener apoyo y ventajas.
El predominio de las emociones sobre la lógica ha dado lugar a un entorno en el que las decisiones se toman impulsadas por la manipulación de sentimientos, en lugar de por la evaluación objetiva de los hechos. Este fenómeno plantea desafíos significativos para la ética y la transparencia en las organizaciones, y subraya la necesidad de cultivar un equilibrio más saludable entre lo emocional y lo racional en todos los aspectos de la vida.
Cuando el victimismo se convierte en un recurso habitual para obtener ventajas, corremos el riesgo de desvalorizar y minimizar la auténtica lucha de quienes han sido víctimas de abusos, discriminación o injusticias reales.
En el entorno personal, laboral o en cualquier otro campo, es crucial identificar a las personas que utilizan el victimismo como herramienta de manipulación, ya que estos individuos suelen buscan conseguir ventajas mediante la persuasión, compasión o apoyo. Jose Antonio Marina, filósofo y escritor español, dice que “el victimismo es refugio de la mediocridad” y yo estoy de acuerdo.
Detectar a un manipulador que se victimiza puede ser complicado, ya que son maestros en la manipulación emocional. Pero algunas características que pueden ayudar a identificarlos son:
Victimización constante
Los manipuladores se presentan como víctimas en diversas situaciones laborales, independientemente de que tengan o no responsabilidad en lo sucedido. Buscan generar empatía en los demás para obtener favores o justificar sus acciones.
Falta de responsabilidad
A menudo, evitan asumir sus obligaciones y deberes de sus acciones y buscan culpar a otros de sus propios errores o fracasos. Utilizan excusas constantes para justificar sus fallos.
Encuentran aliados
Buscan colaboradores en la empresa que respalden sus argumentos y les otorguen mayor credibilidad. Crean alianzas estratégicas para lograr sus objetivos de manera manipulativa. Discrepan entre lo que la persona dice y lo que hace. Por ejemplo, podría decir que necesita ayuda constantemente, pero nunca acepta consejos o soluciones para sus problemas.
Buscan controlar y dominar
Es uno de sus metas para lograr controlar las personas y las situaciones a su alrededor. Es la forma de lograr sus objetivos.
Cambios de actitud
Estos individuos alternan entre mostrar una actitud de víctima para conseguir simpatía y luego modificarla a una actitud agresiva o manipuladora cuando se sienten amenazados o desafiados.
Compasión como arma
Los manipuladores a través del victimismo explotan la compasión de los demás para obtener beneficios personales o profesionales, sin preocuparse por el daño que puedan causar a sus compañeros de trabajo.
Alteración de la realidad o lo que es lo mismo, mienten
Distorsionan la realidad o exageran situaciones para generar lástima o para crear conflictos entre colegas, con el objetivo de obtener un beneficio personal a costa de los demás. Con frecuencia usan la culpa para obtener lo que quieren o exageran su sufrimiento para conseguir atención.
En última instancia, la manipulación es “el arte de hacer creer lo que no es posible y la victimización la excusa perfecta de los cobardes para justificar su inacción”. La responsabilidad de cada persona consiste en discernir entre la autenticidad y la manipulación, y trabajar juntos para construir una cultura basada en el respeto, la compasión y el apoyo mutuo.
