El desafío de la pereza en el trabajo
La percepción generalizada de que algunos empleados, ya sean del sector público o de privado, no cumplen con sus responsabilidades laborales constituye una preocupación que merece ser abordada de manera proactiva.
Si bien es cierto que numerosos trabajadores se esfuerzan a diario por desempeñar sus labores de forma eficiente, existen individuos que, por diversas razones, demuestran una falta de compromiso que impacta negativamente en la dinámica laboral. Decía Benjamín Franklin que “la pereza camina tan despacio que la pobreza la alcanza muy pronto”, y es verdad.
Todos hemos compartido espacio con esos trabajadores que no trabajan. Los hay de varios tipos. Unos cumplen su horario incluso con creces, pero pasan el día navegando por Internet, hablando por teléfono, criticando a la empresa, quejándose, contando su vida… Otros encuentran un pretexto que les impide acudir a trabajar cada dos por tres, llegan siempre tarde y se van lo antes posible. Y los hay que muestran una falta de entusiasmo crónica.
Es crucial reconocer la diversidad de perfiles de trabajadores que no contribuyen de manera efectiva al desarrollo de sus funciones. Desde aquellos que, aunque estén presentes físicamente, dedican su tiempo a actividades no relacionadas con el trabajo, hasta los que muestran desgana crónica en su desempeño, es necesario identificar las causas detrás de su actitud apática, porque “la desgana laboral es el primer paso hacía el fracaso” como decía R.W. Emerson (empresario y orador motivacional).
¿Qué hacer?
Tomar cartas en el asunto cuanto antes
Ningún líder debe mirar para otro lado. Hacerlo supondría una falta de respeto hacia los buenos colaboradores que ven cómo la actitud improductiva de un compañero no acarrea consecuencias. Es un agravio comparativo permitir que alguien no trabaje o, peor, tener que asumir su carga sin que la persona encargada de supervisar la producción haga nada al respecto. Ignorar que un trabajador no cumple con su tarea puede viciar el ambiente de la empresa como una manzana podrida.
Hablar con la persona directamente
No todos somos igualmente rápidos, diligentes, cooperadores…, pero quienes muestran un perfil improductivo seguramente tienen sus razones: están aburridos, no reciben ningún feedback a su trabajo, no tienen responsabilidades, no se sienten motivados, están mal pagados, no se consideran valorados… Lo primero es encontrar la causa de su baja moral y analizarla detenidamente.
La comunicación directa y comprensiva
Es fundamental una comunicación efectiva con el empleado desmotivado. Mostrar empatía y preocupación por su bienestar personal y profesional puede ser el primer paso para iniciar un proceso de cambio positivo. Se debe brindar apoyo, si es posible; para fomentar una mejora en su actitud y desempeño, ofreciendo alternativas.
Establecer metas claras
Definiendo objetivos específicos, alcanzables y alineadas con la empresa. El trabajador debe entender sus responsabilidades y medir su progreso.
Proporcionar retroalimentación
Reconociendo sus logros y ofrecer áreas de mejoras. La retroalimentación constructiva ayuda a la persona a crecer y a desempeñar mejor su puesto.
Ofrecer oportunidades
Contar con mentoría si es lo que necesita, implementando estrategias de ayuda.
Fortalecer el espíritu de equipo
Es esencial para promover la eficiencia colectiva. Al igual que en un equipo deportivo donde cada jugador es crucial, en una empresa cada empleado desempeña un papel vital. Fomentar la colaboración, la comunicación efectiva, y reforzar los valores y objetivos compartidos pueden contribuir a impulsar la motivación y el compromiso de todos los miembros del equipo.
La inacción frente a empleados poco productivos es lo peor que puede hacerse desde el punto de vista de la empresa. Esto no solo socava la moral de los buenos colaboradores, sino que también crea un ambiente laboral perjudicial.
Es indispensable abordar directamente al trabajador en cuestión, comprender sus motivaciones y encontrar soluciones viables para revertir su baja productividad. En caso de que todas las propuestas de mejoras anteriores no den resultado, es imperativo tomar otras medidas más contundentes.
La persistencia de un trabajador que no cumple con sus responsabilidades laborales puede representar un riesgo para la empresa y para los demás empleados en su conjunto. En estas situaciones, se deben tomar decisiones firmes en el mejor interés de la organización y de las demás personas que allí trabajan. Y acabaré con esta frase propia que dice “la desgana es el veneno con el que se destruye el futuro”.