El placer de leer libros malos
¿Te da vergüenza reconocer que has leído un libro malo y que además te ha gustado?
En estos días he leído en la web de culturamas.es que sus seguidores habían elegido los libros que no quieren reconocer que han leído. Son esos de la saga Crepúsculo, la trilogía de las 50 sombras o un puñado de títulos de Pablo Coelho.
Una vez, viajando en tren, me encontré con una amiga que llevaba un libro forrado con papel de periódico. Pensé que era muy cuidadosa y que quería evitar que el libro, prestado o propio, se deteriorara; pero cuando le pregunté qué leía, apretó el volumen contra su pecho: «Para eso lo llevo forrado, para que nadie lo sepa…». Cambié de tema y seguimos conversando sobre otros asuntos. Nunca supe qué le avergonzaba leer.
Solo son prejuicios
No comparto esos prejuicios, pero los entiendo. Cada uno crea su imagen y desea mantener ante los demás la identidad construida.
En mi opinión leer es una buena cosa, en general. Por eso creo que debemos invitar a la lectura sin más, especialmente si queremos que niños y adolescentes se conviertan en adultos lectores. ¿Es deseable leer La Divina Comedia? Sí, pero también el bestseller de moda sin que nos preocupe que los demás piensen que no somos lo suficientemente cultos.
La lectura, cualquier lectura, es beneficiosa. Leer siempre supone un ejercicio intelectual que, en el peor de los casos, nos permitirá ejercitar nuestra capacidad de crítica. Pero además nadie dijo que haya que leer solo para subir puntos en el estatus cultural. Leer también despierta sentimientos, provoca emociones y causa diversión.
Leer exclusivamente a los clásicos, a los grandes autores, a los consagrados literatos no deja de ser una limitación. Es como si solo pudiéramos escuchar música clásica y no disfrutar con esa cancioncilla tontorrona y pegadiza que nos asalta en la ducha.
Nadie debería avergonzarse por sentir alguna vez el placer de leer libros malos.