El rechazo de las editoriales
La historia de la literatura está repleta de anécdotas, ciertas o exageradas, sobre el rechazo de los editores a publicar obras que posteriormente fueron un éxito de ventas.
Los editores, como todos, también se equivocan. Y muchos han pasado una vida de arrepentimiento al ver cómo sus competidores hacían caja con lo que ellos consideraron una basura (a lo mejor no exentos de razón).
El lector es siempre sorprendente. Suele reconocer la calidad y el ingenio, pero otras veces se deja llevar por modas y críticas destinadas a encumbrar obras inexplicables.
También es cierto que, en ocasiones, los libros más vendidos permanecen en las estanterías sin que nadie pase por ellos más que el trapo del polvo. Son esas obras que todo el mundo tiene en su biblioteca y dice haber leído, como el Ulises de Joyce o el Paradiso de Lezama; pero si fueran honestos, muchos reconocerían que abandonaron hacia la página 50.
El Ulises, calificado de obra maestra, es, por cierto, el ejemplo más común cuando se habla de libros que a sus autores les costó mucho ver publicados. Hasta 20 respuestas negativas recibió Joyce a sus intentos, y los primeros rechazos llegaron de Virginia Woolf, que escribió pestes del «aburrido Ulises».
Grandes errores
Stephen King, desde la cumbre, cuenta que en sus primeros momentos recibió decenas de cartas de editoriales rechazando sus aspiraciones de ver publicada su obra. Lo cual no deja de situarle en un peldaño más alto que todos los que un día escribieron a un editor y todavía están esperando una respuesta, aunque sea «no».
Pablo Neruda y su Residencia en la tierra, Gabriel García Márquez y La hojarasca, J. K. Rowling y su afamado Harry Potter, Richard Bach con su superventas Juan Salvador Gaviota… Todos están ahí gracias a la insistencia.
Ser rechazado forma parte del oficio de escritor. Hay que perseverar, alejarse del desánimo, probar con nuevos proyectos, escuchar las críticas y prepararse para afrontar que nada funcione. Si John Kennedy Toole hubiera esperado, La conjura de los necios no habría sido su best seller póstumo.
Yo suscribo la frase de Katherine Neville, autora de El ocho, una obra que también recibió un montón de negativas antes de vender millones de ejemplares: «Pueden impedirte ser un autor publicado, pero nadie puede impedirte ser un escritor».
Tenemos que luchar por los sueños.