El turismo de la foto
Muchas personas toman fotos y las suben a las redes sociales para compartir sus recuerdos con sus amigos y familiares. Estas fotos se comparten para que los demás disfruten de la misma manera que el viajero disfrutó al tomarlas, y aunque muchas veces estas fotos no se vuelven a mirar, una vez que se suben a la red o se guardan en el móvil, parece que sirven como un recuerdo de los momentos felices vividos.
La semana pasada fui a visitar el Rijksmuseum en Ámsterdam, después de la reforma del edificio, con la esperanza de disfrutar algunas de sus obras. Sin embargo, mis expectativas se transformaron en decepción a medida que me acercaba a los cuadros. Estaba lleno de gente con sus teléfonos tomando permanentemente fotos y selfies, lo que me impidió disfrutar de la exposición.
En la era de las redes sociales estamos presenciando un fenómeno cada vez más común: las personas que visitan lugares simplemente para tomarse una foto y compartirla en sus perfiles en las redes. Este comportamiento, conocido como «turismo de fotos«, ha generado una dinámica nueva y peculiar en la forma en que experimentamos los destinos, donde la imagen se ha vuelto un criterio determinante para medir el éxito de una experiencia de viaje.
Para muchas personas, la meta principal al visitar un lugar no es disfrutar del entorno, aprender sobre su cultura o interactuar con los habitantes locales, sino conseguir una fotografía impactante que genere reacciones y ‘likes’ en sus redes sociales. “La fotografía es un instante congelado en el tiempo” decía Henri Cartier-Bresson, pero debe tener un fin o una historia.
Por ello es importante ser conscientes de que, detrás de esta búsqueda de la foto perfecta, a menudo se pierde la verdadera esencia del lugar visitado, las historias, las tradiciones y vivencias únicas que solo se pueden descubrir sumergiéndose verdaderamente en la cultura.
El desafío está en encontrar un equilibrio entre disfrutar del lugar y capturar el momento. No hay nada de malo en querer compartir nuestras experiencias de viaje en las redes sociales, pero la clave es hacerlo de manera consciente y respetuosa.
Los viajes son una de las mejores maneras de ver el mundo, pero hay que evitar caer en el “turismo de fotos” que impida disfrutar al máximo. Por ello sugiero:
Establecer prioridades
Decidir qué es lo que se quiere ver y hacer antes de llegar a destino.
Mantener la mente abierta
Eso quiere decir que se está dispuesto a explorar y a disfrutar todo lo que aporta y ofrece el lugar.
Buscar experiencias únicas
Explora tus intereses y descubre tus propias experiencias únicas. Lugares menos conocidos que ofrezcan experiencias inolvidables. Disfrutar de una caminata, un viaje en globo, un safari o un buceo por las barreras coralinas o en un retiro espiritual…
Pasar tiempo en el lugar que has decidido visitar
No limitarse a sacar la foto, hay que procurar aprovechar para explorar el lugar, las personas locales, la historia y la cultura.
Desconectarse de las redes
Vivir el momento, dejar las tecnologías y disfrutar los lugares es la forma de sentir que estás vivo. Porque vivir la vida no es hacer fotos de la vida es una experiencia única y personal.
Se trata de disfrutar cada día al máximo, abrazar las oportunidades, crecer como persona y eso no es un instante. Significa vivir con autenticidad, sin preocupaciones ni temores, sintiendo que cada momento es único ya es un regalo precioso. “La vida es una aventura emocionante” decía R. Bach, y esto es imposible plasmarlo en una foto.