ESTRELLA FLORES-CARRETERO
MADRID

Soy psicóloga, profesora, empresaria y escritora, aunque no necesariamente por ese orden. Tengo tres novelas publicadas: «Duele la noche», «Piel de agua» y «Días de sal».

Duele la noche
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El blog de Estrella

Es la hora de desconectar… ¿Del todo?

Por el 10/08/2022

Según una encuesta de Glassdoor, una especie de red social donde los profesionales opinan abiertamente sobre las empresas, el 54 % no consigue desconectar plenamente cuando está de vacaciones y el 66 % reconoce realizar actividades laborales durante su tiempo libre. Y no estamos hablando de autónomos, sino de trabajadores con vacaciones pagadas. 

Las vacaciones son una especie de détox laboral que conviene practicar de vez en cuando. De ello depende la salud mental, física y, por supuesto, el pleno rendimiento a la vuelta. Pero no todo el mundo consigue desconectar del trabajo para conectar consigo mismo y con las personas allegadas. Si queremos lograr un descanso reparador, es necesario:

Reflexionar previamente

¿Podemos olvidarnos por completo durante unos días de las obligaciones laborales? ¿Es posible que, si lo hacemos, perdamos el trabajo? ¿O, por el contrario, lo que verdaderamente nos ocurre es que no queremos perdernos nada, no sabemos delegar, nos gusta sentirnos imprescindibles, no confiamos en nadie o somos adictos a las notificaciones del smartphone

Si tras una sincera reflexión, vemos que la desconexión laboral plena no es posible, procuremos que sea al menos parcial: de pocos días o de la mayor parte del día. Sin embargo, lo ideal es hacer un paréntesis absoluto y de forma intencionada; esto es, igual que nos quitamos tentaciones de delante cuando no queremos caer en ellas (por ejemplo, no tenemos dulces en casa si estamos a dieta), hay que blindar de forma consciente nuestra burbuja de descanso anual, ponernos límites y levantar murallas.

Preparar la desconexión

Cuando las vacaciones no son plenas, corremos el riesgo de agotarnos, sufrir el síndrome del trabajador quemado, tener problemas de salud física y mental, dañar nuestras relaciones personales y laborales… Por eso hay que tener un plan de anticipación que incluya planificar nuestra ausencia para no ser molestados, adelantar trabajo, delegar, decidir qué puede posponerse e indicar a todo el mundo las fechas en las que no estaremos disponibles (mejor añadir un día más a la realidad para tener el margen de una jornada tranquila en la que aterrizar, responder correos, actualizarse…). 

Limitar la tecnología

Tanto si se puede olvidar totalmente el trabajo como si solo puede hacerse a tiempo parcial, es preciso limitar el uso de la tecnología. ¿Vamos a ignorar por completo el correo? Entonces, podemos programar un mensaje automático de respuesta antes de irnos (algo muy útil que alerta a los demás de que no deben molestarnos) o podemos permitir a algún colaborador de confianza que responda por nosotros. 

¿Vamos a apagar el teléfono del trabajo o a mantenerlo disponible? En ese segundo caso, habrá que programar el contestador con un mensaje de advertencia sobre nuestras vacaciones, tenerlo en silencio o apagarlo y comprometernos a no mirarlo más que una vez al día.

Es importante poner barreras a la tecnología mientras estamos con nuestra pareja, con amigos o en familia; esto es, se pueden leer las noticias cada mañana, pero no estar en la playa móvil en mano opinando en el WhatsApp de la oficina. Las notificaciones automáticas deben desactivarse e, incluso, desvincular el correo del trabajo del teléfono personal y salirse de los chats por unos días. 

Trabajar las emociones

Este es el único trabajo permitido en vacaciones. Hay que aprovechar para practicar la tolerancia y el respeto, ejercitar la paciencia, conversar, debatir con calma, negociar, reírnos, relajarnos, reflexionar, profundizar en el autoconocimiento, hacer lo que verdaderamente apetezca… 

Unos días cambiando de actividades, leyendo un libro, paseando, descansando, olvidando las rutinas y el portátil en la empresa nos ayudarán a reconectar con nosotros mismos y con las personas queridas y nos permitirán volver al trabajo equilibrados, enfocados, renovados y a pleno rendimiento.

El premio Nobel de Literatura John Steinbeck escribió que:

«El arte del descanso es una parte del arte de trabajar».

A muchas personas les cuesta desconectar, pero, dadas sus ventajas, hay que intentarlo.

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