Son muy pocos los que pueden dedicarse al trabajo de sus sueños. La mayoría de las personas, simplemente, han encontrado una forma de ganarse la vida, cumplen con su horario, realizan las tareas encomendadas y buscan satisfacción fuera de la empresa. Pero esto constituye una existencia muy pobre. Lo deseable es ver el significado a la labor que hacemos porque le dedicamos al menos un tercio de las horas de cada día y porque influye de manera decisiva en nuestra salud mental y física. Para ello, urge llevar a cabo un ejercicio emocional, hacernos preguntas, buscar respuestas y aportar soluciones.

¿Por qué trabajo?

El dinero, con ser muy importante, no puede ser la única razón. Tenemos que preguntarnos qué nos mueve a levantarnos cada mañana para cumplir un horario. Puede ser para lograr desafíos, para desarrollar la creatividad, para cumplir metas, para colaborar con el equipo, para ascender profesionalmente… o, por qué no, para salir de casa.

¿Para qué sirve mi trabajo?

No es requisito imprescindible salvar al mundo para encontrar satisfacción en lo que hacemos cada día. Es cierto que algunas funciones parecen tener más importancia social, como dedicarse a la educación, por ejemplo, a la psicología o a la medicina. Pero todo el mundo puede valorar lo que hace porque todo tiene importancia, desde servir una cerveza a colaborar en la limpieza viaria, desde arreglar coches hasta tapar las canas de las clientas. Todo es útil y necesario. Basta con saber reconocerlo para encontrar el sentido a nuestro trabajo y estar agradecidos por ello.

¿Qué valores defiendo?

Las encuestas sobre satisfacción en el trabajo afirman que casi un 90 % de los empleados prefieren trabajar en empresas que tienen valores de respeto, justicia, responsabilidad social corporativa y solidaridad. Esto brinda un propósito vital a cada una de las personas que comparten un objetivo, les dota de una tarea significativa para contribuir a lograr un mundo mejor.  

¿Cuál es mi propósito?

Algunas empresas descuidan la promoción de sus empleados y eso mina su motivación. Es primordial ofrecer formación continua y posibilidades de mejora en el desempeño. Pero también, cada uno de nosotros debemos preguntarnos cuál es nuestra siguiente meta, qué queremos alcanzar y cómo vamos a trabajar para lograr el próximo objetivo. No estancarse es una buena forma de encontrar sentido a lo que hacemos.

¿Puedo mejorar mis condiciones?

En ocasiones, el trabajo gusta, se ajusta a la profesión elegida, está bien pagado, pero existe un ambiente tóxico, jefes sin respeto por las personas, compañeros abusadores, injusticias, alto estrés, falta de apoyo… Es difícil amar un trabajo así. En estos casos, hay que poner solución cuanto antes y no continuar como si nada ocurriera sufriendo las consecuencias. Conviene actuar, quejarse a los superiores, establecer límites y defender los derechos con inteligencia emocional. Por supuesto que, si nada funciona, es preferible renunciar al puesto y buscar otra salida profesional. Seguro que, aunque tenga menores ventajas aparentemente, permitirá preservar la dignidad y la salud.

Cristóbal Colón escribió:

«Encuentra la felicidad en el trabajo o no serás feliz».

Es tarea de cada uno buscar la satisfacción en el trabajo porque es la única manera de lograr la satisfacción con la vida.

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