La vuelta al trabajo con motivación
Decía Bernard Shaw que:
«Unas vacaciones perpetuas son una buena definición del infierno»
Sin embargo, quizá por su brevedad, nos resultan tan anheladas como el paraíso. Así todo, la tristeza habitual de la vuelta al trabajo no es equiparable a una depresión ni puede sumirnos en ese supuesto «síndrome postvacacional».
Desde luego, hay que convenir en que se está mejor sin horarios y lejos del estrés, pero ahora toca retomar las tareas sin excusas. El trabajo no es solo nuestro medio de vida, sino que también representa una oportunidad para avanzar personalmente en nuevos conocimientos y habilidades, enriquecer las relaciones, educar las emociones y cumplir con nuestras responsabilidades hacia los demás y hacia nosotros mismos, lo que, sin duda, contribuye de forma decisiva a tener una vida plena.
Una encuesta de hace un par de años, elaborada por la empresa estadounidense de análisis de mercados The Harris Poll sobre lo que la gente teme más de volver al trabajo tras las vacaciones, establecía que lo peor era «la rutina», seguido de las «dificultades para ponerse al día» en el trabajo. ¿Qué podemos hacer para que esto vaya mejor?
Prevenir
Con el fin de no estresarse a la vuelta, es necesario ayudarse previamente. Para muchas personas el correo electrónico es la peor de las pesadillas. No basta solo con poner el «estaré fuera de la oficina…», sino que, además, estaría bien indicar al remitente que, si necesita algo realmente urgente, se dirija a otra persona de nuestra confianza en vez de esperar.
Tener una buena agenda
En línea con el punto anterior, muchas personas regresan de las vacaciones como si fuera el primer día de trabajo de sus vidas: lo han olvidado todo. Dejar anotaciones sobre lo urgente, lo que ha quedado a medias, las reuniones pendientes o en qué punto retomar una tarea resulta esencial para no perder tiempo y volver cuanto antes a ser productivos. Un informe del estado previo a las vacaciones será lo más valioso para afrontar la vuelta de manera ágil y sin dificultades.
Hacer una transición progresiva
Igual que los niños empiezan el cole con menos horas, los adultos deberían programar una vuelta relajada. No hay que llegar a casa para trabajar al día siguiente. Es preferible tomarse tiempo para poner en orden nuestra mente, preparar la intendencia del hogar, adaptar los horarios de sueño y cuidar la alimentación. Conviene anunciar la vuelta al trabajo un día después de la realidad con el fin de tomarse una jornada sin la interferencia de llamadas telefónicas ni reuniones.
Ponernos al día
Hablar con un compañero o con un superior de confianza para saber qué ha ocurrido durante nuestra ausencia aleja la incertidumbre por lo que nos hemos perdido. Además, nos acerca en lo personal y conecta nuestras emociones; no se trata de contar con detalle cómo ha ido el crucero, sino de hablar sobre cómo nos sentimos de ánimo para enfrentar los retos laborales.
Planificar
Un plan de acción para la semana permite enfocarse en las prioridades sin agobios, sin querer abarcar más de lo posible, abordando lo urgente y posponiendo el resto. Igual que el informe previo a las vacaciones, una planificación realista facilita la adaptación.
Cuidar las emociones
Es el momento de alegrarnos de estar de nuevo junto a los compañeros con los que compartimos objetivos y también de preguntarnos cómo estamos y qué necesitamos para sentirnos bien. Hay que enfocar las emociones hacia lo positivo de trabajar: sacar adelante las tareas, estar con el equipo, crecer profesionalmente…
Para retomar la vuelta de vacaciones con optimismo es importante también agendar algún extra próximo en el tiempo: una breve escapada de fin de semana, una cena con amigos… o cualquier actividad que percibamos como premio y que contribuya a mantener el saludable equilibrio entre el trabajo y la vida personal.
