La inteligencia artificial es ya el presente
Cada día hay más trabajos que las máquinas pueden hacer mejor que los humanos. Por eso la inteligencia emocional cobra mayor relevancia en nuestro mundo. ¿Pero qué está pasando a la inteligencia artificial?
La tecnología nos facilita la vida. Ya no podemos imaginar un mundo sin internet ni un día sin nuestro teléfono móvil o celular. Los sistemas de aprendizaje artificial, el manejo de grandes datos, el reconocimiento facial, los coches sin conductor… son el presente, no el futuro.
Nos guste o no, las máquinas pronto serán capaces de desempeñar la mayoría de los trabajos que conocemos actualmente. Es inútil oponerse; tenemos que adaptarnos y centrarnos en potenciar aquello que nos diferencia del más sofisticado de los androides: las emociones.
Un robot puede aprender de nuestras emociones, simular sentirlas y despertarlas en nosotros a poco que tenga el aspecto de un ser humano o un animal, pero la realidad es que no las tiene: podrá aparentar emociones, aunque carezca de ellas.
Pero qué ocurrirá cuando una “máquina” sea capaz de decirnos lo que necesitamos oír, nos apoye y nos de los consejos que necesitamos porque su base de datos es mayor que la de cualquier cerebro humano.
Las emociones humanas están provocadas por un estímulo, interno o externo, que produce cambios en nuestro estado somático para, a partir de esa emoción primaria, realizar una evaluación en la que influyen aspectos como el conocimiento, la experiencia, la situación contextual y social…
Es decir, nuestro cerebro entra en acción y responde con el sentimiento de una emoción ante un estímulo. Las máquinas pueden aprender reacciones basadas en experiencias humanas, pero estas son infinitas y tan diferentes unas de otras como lo son las personas: no existen dos cerebros iguales. Peter Diamandis es conocido por ser el fundador de la universidad “Singularity University” habla de que la verdadera oportunidad de la inteligencia Artificial está en una convivencia con los humanos.
La inteligencia artificial ya convive con la inteligencia emocional humana en la inmensa mayoría de las empresas, así que debemos trabajar para que se relacionen del mejor modo posible, sin perjudicar a las personas que, insisto, son el verdadero capital de toda corporación. Para ello es necesario…
Ofrecer apoyo en la formación
Las nuevas tecnologías evolucionan cada día. Lo que hoy conseguimos manejar con cierta destreza mañana ya ha cambiado. Los programas informáticos representan una de las principales fuentes de estrés para los trabajadores.
Por eso es muy importante ofrecerles la seguridad de que en todo momento contarán con la formación y el apoyo necesarios para desempeñar su trabajo con la competencia necesaria y el confort requeridos, pero adaptada a los cambios.
Pero un aprendizaje motivador. El mismo Diamandis dice que “un aprendizaje aburrido y carente de emoción, hace que la pasión se desactive”.
Facilitar la comunicación
Conseguir que todo el mundo pueda expresar lo que siente en todos los niveles, de forma horizontal y vertical, ascendente y descendente, tanto presencialmente como de forma telemática, es parte de la cimentación sólida de la empresa.
Solo una comunicación, clara, honesta, fluida y transparente permite una verdadera integración del equipo para entender la misión corporativa y participar en el diseño de estrategias dirigidas a alcanzar las metas propuestas.
Formar en gestión de las emociones
Reconocer las emociones de los demás y gestionar adecuadamente las propias influye decisivamente en el éxito empresarial independiente de las tecnologías y se instala el bienestar. La inteligencia emocional humana posibilita la cooperación, el trabajo en equipo, el despertar de la creatividad, el fluir del pensamiento crítico, el orgullo de pertenencia, la satisfacción de la responsabilidad, la motivación, las relaciones positivas y el deseo de afrontar retos. Todo ello revierte en una mayor productividad.
Las máquinas están cambiando el mundo y la forma de producción. La robotización acabará con muchos puestos de trabajo, pero requerirá de otros nuevos, muchos que aún no podemos imaginar. Para liderar la gestión del cambio en el que nuestra sociedad está inmersa es necesario apostar por la inteligencia emocional sin cerrarse al cambio.
Esta creo, es la única vía para solucionar conflictos, avanzar y hacer sociedades más adaptadas a los cambios y más felices.
Y adaptémonos a los cambios, siempre de manera positiva. Fei-Fei Li científico y profesor de la Universidad de Stanford dice “Como tecnólogo, veo como la IA y la cuarta revolución industrial afectará a todos los aspectos de la vida de las personas”, por tanto, no neguemos la realidad y adaptémonos a ella.
Pero no olvidemos nunca a Isaac Asimov este científico y escritor del siglo pasado y su “Ley Zerth. Un robot no puede dañar a la humanidad o por inacción permitir que la humanidad sufra daños”. Reflexionemos.