ESTRELLA FLORES-CARRETERO
MADRID

Soy psicóloga, profesora, empresaria y escritora, aunque no necesariamente por ese orden. Tengo tres novelas publicadas: «Duele la noche», «Piel de agua» y «Días de sal».

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El blog de Estrella

El ejemplo; la voz silenciosa del líder

Por el 07/04/2025

Se cuenta que una madre acudió a Mahatma Gandhi para pedirle que convenciera a su hijo diabético de no comer azúcar, ya que a pesar de sus advertencias, el niño no le hacía caso. Gandhi le pidió que regresara quince días después.

Cuando madre e hijo volvieron, el líder pacifista miró al niño y le dijo: «no comas azúcar». La madre, sorprendida, preguntó por qué no había podido decirle eso la primera vez. Gandhi respondió con humildad: «porque hace dos semanas yo también comía azúcar».

Este relato, sencillo pero profundo, encierra una gran verdad: las palabras pierden su fuerza cuando no van acompañadas de acciones coherentes. Es la congruencia entre lo que se dice y lo que se hace lo que da credibilidad a un líder.

Albert Schweitzer, médico y filósofo, decía que «el ejemplo no es lo principal para influir en los demás. Es lo único». Incluso los niños, desde muy temprana edad, aprenden observando más que escuchando, reproducen comportamientos más que discursos y esta lección, tan básica como esencial, se aplica con aún con más fuerza en el liderazgo.

El ejemplo es la herramienta más poderosa para convencer, inspirar y guiar. Un equipo observa constantemente el comportamiento de su líder y actúa siempre en consecuencia. Si un líder desea que su equipo se comprometa, que lo haga con integridad y trabaje con entusiasmo, no puede limitarse a exigirlo, debe mostrarlo con su conducta diaria.

John C. Maxwell, uno de los mayores referentes en liderazgo, lo resume así: “un líder es aquel que conoce el camino, anda el camino y muestra el camino.” Por eso, resulta incoherente pedir sacrificios a los colaboradores mientras se conservan privilegios o se actúa con indulgencia personal.

Por lo que un líder:

Busca la excelencia, siendo excelente

La ejemplaridad no se impone, se contagia. No se puede exigir resultados de excelencia si el líder no aspira a la excelencia en cada una de sus acciones. Aristóteles decía: «somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, sino un hábito.» El líder debe ser el primero en comprometerse con la mejora continua.

Mantiene un comportamiento ético

Valores como la honestidad, la responsabilidad y la integridad no deben ser meras palabras inscritas en una declaración corporativa. Tienen que estar encarnadas en la figura del líder. Sólo cuando se viven en lo cotidiano, estos principios se convierten en la cultura real de la organización. “El liderazgo es una elección, no una posición” decía Stephen Covey y, esa elección, implica optar siempre por lo correcto, aun cuando nadie está mirando.

Trabaja en equipo como uno más

Un líder no puede limitarse a dar órdenes desde una torre de marfil. Liderar supone implicarse, trabajar codo con codo, ser un referente en el compromiso y en el esfuerzo. La autoridad moral se gana desde la presencia y la colaboración y jamás desde la distancia jerárquica. Solo así se construye la confianza. Simon Sinek decía, “los líderes comen al final”, subrayando que su rol es servir, no servirse.

Manifiesta respeto

Escuchando activamente, valorando las opiniones ajenas, mostrando empatía y ejerciendo una supervisión que no sea controladora, sino orientadora. El líder ejemplar trata a cada persona con dignidad, reconociendo sus talentos y necesidades, y fomentando un ambiente en el que cada miembro del equipo se sienta valorado.

Reconoce el esfuerzo individual y colectivo

No es solo una cuestión de cortesía, sino una poderosa herramienta de motivación. C. Dweck, psicólogo de Stanford, ha demostrado que el reconocimiento impulsa el desarrollo de una “mentalidad de crecimiento”, en la que las personas se sienten motivadas a superarse constantemente. El reconocimiento sincero refuerza conductas deseables y consolida una cultura de logro compartido.

Mantiene el ánimo de todo equipo cuando atraviesa momentos difíciles

Un líder debe ser ese pilar emocional que transmite serenidad, esperanza y buen humor. La inteligencia emocional, es esencial en este sentido. Un líder emocionalmente inteligente sabe regular sus propias emociones y contagiar una actitud positiva que inspire al grupo.

Cuando un líder encarna los valores, actitudes y comportamientos que espera de su equipo, no necesita dar demasiadas órdenes: su ejemplo habla más fuerte que sus palabras. La ejemplaridad es el núcleo del liderazgo auténtico.

No se trata de perfección, sino de coherencia. “Si quieres construir un barco, no comiences por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Evoca primero en los hombres el anhelo del mar libre y ancho” (Saint-Exupéry). Y ese anhelo se inspira más que con palabras con el testimonio diario de quien lidera.

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