Lo mejor que se puede hacer en la playa es leer
Los servicios de biblioplaya que ofrecen muchas localidades del litoral español son una magnífica iniciativa para fomentar la lectura en esos lugares tan adecuados para leer. ¿O no?
Hay quien quien opina que leer es la playa no es una buena idea: la incomodidad de sujetar un libro cuando estamos tumbados boca arriba sobre la toalla; el dolor de brazos cuando pasamos mucho rato leyendo boca abajo; las quemaduras solares cuando no podemos dejarlo justo ahora que la historia está en lo más interesante; el reflejo del sol sobre el blanco papel que nos deslumbra; la arena que se mete en las rendijitas del libro y luego cae en el momento más inoportuno, cuando retomamos la lectura en la cama…
Pero hay quien piensa justo lo contrario y se lleva unos tremendos novelones para resistir los largos días de playa y tostado de vuelta y vuelta, para sobrellevar esas horas interminables en las que agitamos el reloj por si acaso se hubiera estropeado, en las que no podemos más de miraditas al mar, siesta, novela, consulta al móvil, siesta otra vez…
Me voy a la biblioplaya
Podríamos hacer otras cosas en la playa, como jugar a las palas, siempre que no esté prohibido, o recorrerla de punta a punta sorteando a otros bañistas, pero los días playeros son muy largos y hay tiempo para todo. Así que igual que vamos al chiringuito más próximo porque nos apetece un helado podemos acercarnos a la biblioplaya a refrescar el cerebro.
No mucha gente utiliza las biblioplayas que surgen cada vez más en el litoral peninsular e insular. Quiero pesar que es porque junto con la nevera llena de cocacolas fresquitas llevan su propia novela para pasar el día. Al parecer, los usuarios de biblioplayas son gente cuidadosa y formal, que no mojan los libros ni los manchan de bronceador, y además los devuelven; valoran los libros.
La iniciativa lleva bastantes años funcionando. Me parece muy loable el esfuerzo de quienes quieren difundir la cultura también en las playas, y felicito a los que acuden a las biblioplayas, que es la mejor forma de apoyar iniciativas de este tipo y beneficiarse de todo lo que aporta la lectura.
Personalmente, no soy de pasarme las horas muertas en la playa. Por eso opino que si hay que estar, al menos que sea con un libro.