Los libros envejecen bien
Las librerías de segunda mano no mueren. Frente a la crisis generalizada del sector, los pequeños comercios del libro antiguo y de ocasión, los libreros de la madrileña Cuesta de Moyano, las ferias y los mercadillos resisten.
El libro antiguo es insustituible. Con él no puede el formato digital. El comprador de libros viejos suele ser un bibliófilo, y por tanto no puede pasar de largo ante la seducción de una portada. Tal vez quiere una determinada edición, a lo mejor busca un nombre que vio en la biblioteca de su casa cuando era niño, quizá persiga profundizar más en un autor o encontrar un título descatalogado.
Este lector disfruta viendo la huella de quien pasó esas páginas antes que él: cree averiguar por qué subrayó esa frase, imagina si era un hombre o una mujer por el recorte que metió entre sus hojas y está seguro de identificarse con lo que sintió su predecesor al finalizar la novela.
Leer por poco dinero
Pero también hay otros que, simplemente, quieren disfrutar de leer por poco dinero y que buscan libros seminuevos a buen precio. Son esos que se detienen al ver un montón de volúmenes y empiezan a escarbar, revolver, examinar cada uno a ver qué encuentran. Por un euro, tres, cuatro es posible conseguir libros estupendos y en perfecto estado.
Por supuesto que hay buscadores de libros que son coleccionistas o que hacen de la compraventa su modo de vida. Para ellos son las rarezas, curiosidades, antigüedades… Pero estos son otra historia.
Sé que hay gente absolutamente incapaz de arrojar un libro a la basura (por más que lo merezca), les parece un pecado, algo así como cuando, de niños, nuestras madres nos decían: «El pan no se tira». Por eso lo regalan o lo revenden antes de incurrir en el sacrilegio. Es gente que da a otros la oportunidad de leer. De este modo de hacer ha surgido el negocio de Re-Read, una franquicia de librerías lowcost que se está expandiendo y que demuestra que si uno no lee, no es porque los libros sean caros.
El libro viejo no tiene competencia en el mundo virtual y, por lo que veo, los libros envejecen bien.