¿Los libros son caros?
Vivimos unos momentos difíciles en los que cualquier cosa puede parecernos inasequible, pero ¿por qué decimos que los libros son caros?
El libro es un artículo devaluado, no de ahora sino desde hace mucho tiempo. Parece que el gusto por la cultura tuviera que ser gratuito, financiado por la cosa pública, por las instituciones o por los mismos autores, y así exigimos libros gratis para estudiar desde la escuela o nos parece que pagar 20, 30 € por un libro resulta intolerable.
Un libro es un producto costoso en el que están implicados el autor, el editor, el corrector, la editorial, el maquetador, el director de arte, el artista gráfico o el fotógrafo que diseñan la portada, el impresor, el distribuidor, el librero… Un libro tiene costes de papel, de impresión, de almacenamiento, de distribución… Y lo mismo pasa con los libros electrónicos: aunque ahorran algunos costes, otros siguen siendo inevitables.
Pero dejando los gastos de producción aparte, ¡es tanto lo que nos aporta un libro comparado con su precio! Leer es fuente de conocimiento, enriquecimiento personal, ejercicio mental, placer… Me pregunto si realmente el libro nos parece caro o si es que no lo valoramos. Si aprendemos a detestar los libros desde la infancia, en casa, en la escuela, porque nos enseñan a ver como una obligación lo que en realidad debería ser disfrute.
Paso a menudo por una cafetería de una famosa cadena que está siempre abarrotada, incluso en estos tiempos de maltrecha economía. Recuerdo haber merendado allí una vez con una amiga y sorprenderme por la cuenta de unos cafés y algo parecido a unas contundentes magdalenas. Supongo que el precio de los libros está relacionado con nuestra lista de prioridades: podemos dejarnos el doble en la peluquería, en un restaurante, en unas copas… pero no en un libro.