Por qué regalar libros
Un libro es el mejor regalo. Indica al otro que le conocemos y que hemos pensado en él. Encierra conocimiento, sentimiento, aventura… Y no tiene fecha de caducidad.
Los vendedores del Círculo de lectores tienen una forma infalible de iniciar su estrategia comercial: «¿Te gusta leer?». Esa es la pregunta clave a la que todo el mundo responde: «Sí». Por supuesto que no siempre es cierto, pero nadie se atreve a decir lo contrario. Amar la lectura se considera una virtud. Algo así como sentirse retratado en una descripción zodiacal o de quiromancia: eres sensible, inteligente, generoso, solidario… ¡y te gusta leer!
Supongo que el prestigio del libro arranca de cuando era un objeto único, un manuscrito nacido de la paciencia de unos pocos y destinado al puñado de elegidos que sabían leer. Sin embargo, la imprenta y la alfabetización, que hicieron posible la democratización del libro, no acabaron con su alta consideración. Como tampoco lo harán los soportes digitales ni las descargas pirata. El libro siempre será un tesoro, porque lo que importa es su contenido.
«Un libro ayuda a triunfar»
En los años setenta se lanzó una campaña para promocionar la lectura en España con el lema «Un libro ayuda a triunfar». Está claro que la veracidad de la frase depende mucho de lo que cada uno entienda por «triunfar», pero yo creo que la afirmación es cierta en general, y más cuando actuamos en el papel de Papá Noel o en el de los Reyes Magos: regalar un libro sí es triunfar.
El libro reúne experiencias, lecciones de vida, empatía, momentos de placer y reflexión, nos conforta, despierta la imaginación, nos aconseja, nos acompaña, nos enseña, nos educa…
Regalar libros no es fácil. Cuando elegimos un determinado título estamos diciendo mucho de nosotros mismos y también de cómo vemos a la persona a la que obsequiamos: expresamos que le conocemos, que hemos pensado en sus gustos, en su personalidad, en sus necesidades. Pero volviendo al principio de este post, la gran ventaja de regalar un libro es que siempre acertamos porque nadie nos va a decir: «No me gusta leer».