Prestar un libro o no, he ahí el dilema
Hay personas que no devuelven los libros prestados, todos lo sabemos. Como contrapartida, hay otras que deciden no prestar sus libros jamás.
Cuando uno siente apego por sus libros puede plantearse el dilema de si prestarlos o no. Todos conocemos gente que jamás devuelve un libro aunque el propietario se lo pida una y mil veces, ni aun a riesgo de perder la amistad.
Los hay que se quedan el libro ajeno por pura dejadez: «A ver si lo busco…» o «Todavía no lo he terminado», aunque haga años que lo tienen en su poder. Y hay quien hace todo lo contrario: casi no duerme con tal de acabar el libro cuanto antes y devolvérselo a su propietario; son esas personas que incluso forran el libro para que no se deteriore durante su lectura.
En el préstamo de libros se dan tantas actitudes como personalidades de lectores. Conozco gente que directamente es capaz de decir que no cuando alguien le pregunta si puede dejarle tal o cual novela. Con pretextos o sin ellos. Desde el que se excusa con un «Es que le he prometido a mi madre que se lo llevaría esta semana», hasta el que abiertamente dice: «No, ya no presto más libros porque me he quedado sin muchos y me he prometido a mí mismo no hacer excepciones. Lo siento».
Una y no más
En realidad, prácticamente nunca releemos las novelas almacenadas en nuestra librería. Tenemos algunos libros de consulta, pero no volvemos a una misma historia línea a línea, de principio a fin, ¡con todo lo nuevo que nos queda por leer! Nuestras novelas, mayoritariamente, acumulan polvo en el mismo lugar durante años y años.
Pese a ello, algunas personas mantienen una relación de inusitado apego: aunque sean ediciones en rústica, sin valor, son incapaces de desprenderse de un solo ejemplar. Por el contrario, hay quien opina que, salvo que se trate de una edición valiosa o rara o con una dedicatoria personal, cualquier libro se puede prestar y, si no nos lo devuelven, siempre podremos volver a comprarlo en caso de que lo echemos mucho de menos.
Sin embargo, yo creo que la actitud ideal cuando alguien nos dice: «¿Me prestas este libro?» es responder: «No, ¡te lo regalo!».
Enrique Espejo Aguila
El gran problema son los sueños de las personas. Algunos como yo que se le piensan dos veces antes de prestar un libro, pero casi siempre, al final, termino prestandolos. Eso sí, tomando nota de quién se los llevó para así nunca olvidar y «nunca perder» ese libro.
El problema conmigo es que tengo el gran sueño de tener una enorme biblioteca, así como en las películas, cada libro comprado, cada libro leído, cada ejemplar conservado es un paso más a ese sueño, un libro prestado es un retroceso… si la persona no entiende mi pasión y no regresa el libro.
Los libros deben ser libres de encontrar unas manos que los sostengan y gocen, sin embargo la economía está muy complicada y los libros hoy en día casi son un lujo, algunas veces eso es factor, el dinero para adquirir más libros lucha contra el resto de los factores positivos.
Ahora imagínate que pasa cuando intento hacer proyectos para hacer leer más a la gente de mi país y para ello tengo que desprenderme de mis valiosos libros. Arrggg!!!! ¡El horror!
Intento concentrarme que es por una buena causa, y en el primer arrebato de racionalidad tomó el libro y saco adelante el proyecto. jajaja