¿Quién ha dicho que los jóvenes no leen?
Los adultos no leen, pero los niños, adolescentes y jóvenes, sí. Ellos son nuestra esperanza.
Hace unas semanas comentaba en este blog que cuatro de cada diez españoles no abren nunca un libro. Lo decía el informe de La lectura en España. Pero también hay datos que confirman que los libros para los públicos infantil y juvenil se colocan en el tercer lugar de ventas, y lo que es mejor: ocho de cada diez adolescentes de entre 10 y 13 años leen no solo por imposición de sus profes, sino por gusto.
Curiosamente, en una época en la que los niños tienen acceso ilimitado a las tabletas y los smartphones de sus padres ya desde bebés, los formatos del libro ilustrado o libro álbum en papel siguen teniendo éxito entre los pequeños. Quizá porque difícilmente se puede apreciar la belleza de los grandes libros en formato digital. A los adultos nos pasa igual, por eso tienen tanto éxito los coffee table books de arte, moda, naturaleza… y los fotolibros en general. Los álbumes para niños, con poco texto y mucha imagen, con multitud de temas que les abren las puertas del mundo, gustan más en papel que en formato digital.
Cultivar los primeros brotes
Tenemos que aprovechar para mostrar a los niños el valor de los libros, y los álbumes pensados para ellos son un buen modo de comenzar a transmitir el amor por la lectura. ¿Cómo? Leyéndolos e interpretándolos a su lado, descubriendo todo lo que encierra cada ilustración, interaccionando con ellos y cuidando los libros con el mimo que requieren.
Así llegarán a ese sector de chicos y chicas de entre 10 a 13 años que, según las encuestas, lee casi cada día y lo hace con gusto, mucho más que los adultos. Y también eligen librotes, animados por esa legión de youtubers que recomiendan sagas tochas, imposibles de calificar como libros «de bolsillo».
En el último Barómetro del CIS un 42 % los españoles creen que en el futuro convivirán ambos formatos. Da igual. Lo importante es saber que el hábito por la lectura se despierta en edades tempranas y no hay que dejarlo morir.