Viaje a la India
Entre los objetivos de mi viaje a la India estaba visitar el Taj Mahal, fruto de una bella historia, el símbolo del amor eterno.
La India es un destino fascinante en el que se sufre, y mucho, con la desigualdad y la pobreza. Pero también es un lugar lleno de alegría y belleza.
Entre los sitios que soñaba con visitar estaba el Taj Mahal, por su bonita historia de amor.
Arquitectura fabulosa
Se cree que más de 20.000 obreros tardaron más de 20 años en acabar este mausoleo de estilo mogol construido en la ciudad de Agra, iniciado en 1632.
Es de mármol blanco, lleno de incrustaciones de piedras semipreciosas, como el lapislázuli, el jade, el ámbar, el coral… La cúpula de mármol que se levanta hasta casi 35 metros es espectacular. Los colores cambiantes con el sol, las paredes finísimas que transparentan la luz, los jardines, la simetría, el agua… Hay algo que produce tanta fascinación como calma y bienestar.
Eso, supongo, es lo que buscaba el emperador Shah Jahan cuando mandó edificarlo para enterrar a su esposa favorita, la princesa Arjumand Banu Begum, conocida como Mumtaz Mahal, que murió al dar a luz a su décimo cuarto hijo.
Amor eterno
Mumtaz Mahal tenía 15 años cuando Shah Jahan quedó locamente enamorado de ella. Y fue correspondido. Él ya tenía tres esposas, pero ella se convirtió en lo más importante de su vida. Pasaron 19 años juntos. Tras nacer el último de sus hijos, la niña Gauhara Begum, la emperatriz murió.
Antes tuvo tiempo de pedirle a su amado emperador que construyera su mausoleo y que la visitara cada año en el aniversario de su muerte, que se casara de nuevo y que fuera bueno con sus hijos.
El emperador le hizo caso a medias. La leyenda cuenta que cuando su esposa murió ya nada le interesó en la vida. Se encerró durante un año entero; prohibió a su país el color, los perfumes y hasta la sonrisa. Cuando apareció, avejentado, se dedicó a construir el mausoleo más hermoso y caro del mundo.
Y tras este, pensaba levantar otro para él, similar al Taj Mahal, pero en color negro.
El tercer hijo Mumtaz Mahal y Shah Jahan se rebeló, quizá harto de los gastos desorbitados de esta obra, que habían arruinado al país y que no ocupaban a su padre en otra cosa. Le encerró durante nueve años, hasta su muerte en 1666, y se hizo con el poder.
El único consuelo del emperador vencido era contemplar desde las ventanas de su reclusión el mausoleo que había levantado para su esposa y probablemente recordar los días felices que pasaron juntos.
NOTA: Si vais a la India, os recomiendo el mejor de los guías, Tariq. Él ha hecho que todo sea perfecto.