Convivencia entre humanos e inteligencia artificial
El desarrollo de algoritmos y de sistemas capaces de simular el comportamiento humano, es ya una realidad en nuestro mundo y por tanto en el de la empresa. Gracias a ello, la Inteligencia Artificial (IA) puede realizar tareas de manera automática y tomar decisiones basadas en datos y patrones y utilizarla en una amplia variedad de campos.
Decía Elon Musk que «La inteligencia artificial es como un niño pequeño con una navaja: puede ser muy valiosa en ciertas tareas, pero si se le permite actuar sin supervisión, puede causar verdaderos estragos.»
Pero ¿habrá una convivencia armoniosa entre la IA y los humanos? Mi reflexión y sugerencia es que hay que:
Establecer una base ética
Es esencial tener una base sólida de principios éticos que guíen el desarrollo y la implementación de la IA. Estos principios deben incluir la protección de los derechos humanos, la privacidad, la transparencia y la responsabilidad.
Si los programadores no respetan los principios éticos, pueden introducir sesgos y discriminación en los algoritmos, lo que puede dar lugar a decisiones injustas o discriminatorias basadas en atributos como raza, género u orientación sexual.
«El peligro de la inteligencia artificial no está en que se vuelva consciente y rebelde, sino en que sea lo suficientemente eficiente para hacer todo lo que le pidamos, incluso si es algo perjudicial» (Stephen Hawking).
Establecer límites claros
Es importante establecer límites en cuanto a las capacidades y funciones de la IA. De esta manera, se evitan situaciones en las que la IA pueda exceder sus competencias o tomar decisiones que están más allá de su capacidad.
Los humanos deben retener el control final y poder intervenir si es necesario. La inteligencia artificial podría realizar acciones que causen daño físico o emocional a las personas si no se establecen estos límites. Por ejemplo, si se les da acceso a sistemas de armas autónomas, podrían ser utilizadas de manera irresponsable y causar mucho daño.
Stuart Russell, reconocido científico de la Universidad de California, decía que «Si no se controlan los límites de la inteligencia artificial, corremos el riesgo de perder el control sobre nuestras propias vidas, convirtiéndonos en esclavos de una tecnología que no comprendemos totalmente.»
Fomentar la colaboración y garantizar la transparencia
Esto significa que los humanos deben estar involucrados en el diseño, desarrollo y toma de decisiones relacionadas con la IA. La participación de las personas en el proceso garantiza que se tengan en cuenta diversas perspectivas y se eviten posibles sesgos.
La transparencia implica que las decisiones y el razonamiento detrás de las acciones de la IA son explicables. Los humanos han de entender el proceso que se siguió y cómo se llegó a una determinada conclusión o recomendación.
Educar y respetar la privacidad
Los humanos deben comprender cómo interactuar de manera efectiva con la IA y cómo utilizarla de manera responsable.
Si no se garantiza el respeto por la privacidad de los usuarios y de las empresas, la inteligencia artificial puede recopilar y utilizar los datos de manera indebida, violando la privacidad de las personas y de las organizaciones generando problemas de seguridad y confianza.
Evaluación y adaptación continua
Esto implica revisar regularmente el impacto en la sociedad y la realización de ajustes necesarios para garantizar que se cumpla con los principios éticos establecidos. La sociedad debe adaptarse a los cambios que la IA puesto que trae consigo, la transformación de los mercados laborales y la necesidad de nuevas habilidades.
Los desarrolladores de inteligencia artificial deben ser conscientes de estas consideraciones, ya que la IA sin límites puede llevarnos a un futuro distópico donde estemos totalmente controlados por las máquinas.