Diferencias generacionales en las empresas: ¿suman o restan?
Tener como jefe a alguien que podría ser nuestro hijo empieza a ser algo bastante habitual (¡y más a medida que cumplimos años!). Se calcula que, actualmente, el 40 % de los empleados tienen más edad que sus líderes.
En una sociedad tan envejecida como la nuestra, con personas que retrasan el momento de la jubilación, es habitual que las diferencias de edad puedan, si no generar conflictos, sí alimentar prejuicios tanto en jóvenes como en mayores.
Por un lado, se piensa que un joven no está preparado o que carece de experiencia para un puesto directivo, por otro, que una persona mayor está obsoleta en sus conocimientos y es reacia a cambiar sus métodos de trabajo.
Pero la disparidad de edades no debería suponer ningún problema en las empresas; al contrario: resulta enriquecedora y, en cualquier caso, es algo que nadie tendría ya que cuestionarse, igual que no caben las discriminaciones por el color de piel, la religión, la nacionalidad o la orientación sexual de los trabajadores. Sin embargo, los prejuicios existen, y puede que la edad sea uno de los más enquistados. ¿Cómo luchar contra esta discriminación en el mundo laboral?
Combatir los estereotipos
Los medios de comunicación hablan constantemente de generaciones X, Y o Z, de los millennials y los baby boomers. Pero, aunque una generación pueda compartir experiencias, historias y recuerdos, sus miembros no son iguales ni parecidos. Pensemos en nuestro colegio: en clase todos teníamos la misma edad, pero nos separaban abismos en la forma de ser, actuar, aprender… ¡Y qué decir del tópico de las diferencias con nuestro cuñado! De ahí que no podamos pensar que los mayores no se manejan con las nuevas tecnologías o que se resisten a los cambios, ni tampoco que los jóvenes sean inexpertos… Bueno, sí, lo son por fuerza; es lógico, pero para eso está el tiempo y los empleados sénior que conocen bien la empresa y pueden asesorarlos.
No enfocarse en la edad sino en las personas
Lo que se valora en un puesto de trabajo es el talento y el desempeño. Y lo que el trabajador quiere es idéntico a cualquier edad: sentirse valorado por su empresa y tratado con respeto. Así que no debe arrinconarse a nadie, sino poner de relieve sus conocimientos, confiar en sus capacidades, integrar a los mayores como un activo importante de la experiencia empresarial y a los jóvenes como portadores de nuevas ideas y visión renovada.
Crear equipos diversos
Las empresas deben ser sensibles a los sentimientos de todos y gestionar con inteligencia emocional. Es importante formar equipos que reflejen la sociedad en la que se enmarcan, con diferentes puestos, culturas, gustos, caracteres, desempeños y edades, porque la diversidad es más creativa.
Formación y mentoring
A menudo, se descuida este aspecto que hace que algunos trabajadores se vean apartados porque no se actualizan sus conocimientos. La formación brinda seguridad y debe darse a la medida de cada uno. Por lo mismo, las políticas de mentoring brindan una oportunidad a los jóvenes para adquirir experiencia y a los mayores para sentirse necesarios.
Tengamos siempre presente que uno no es responsable del año en que ha nacido y que, como decía Ramón y Cajal:
«No deben preocuparnos las arrugas del rostro, sino las del cerebro».