¿Qué tiene la novela histórica para gustar tanto?
Me pregunto por qué a la gente le gusta tanto la novela histórica. Al fin y al cabo, suele ser una historia de ficción como cualquier otra, pero que recrea hechos documentados y en la que intervienen personajes que realmente existieron en el pasado.
En la novela histórica, la fabulación del autor puede ser tan amplia como él desee, igual que en el género de ficción. Es decir, el escritor desgrana los sentimientos de su personaje y el lector los hace suyos, sin pensar que tal vez los tuvo o tal vez no. Como ya nadie puede preguntar al interesado si efectivamente fue así, asumimos como dogma que lo fue y punto.
Regreso al futuro
La novela histórica basa parte de su atractivo en que nos permite imaginar que viajamos en el tiempo. Es como esa serie de películas de Regreso al futuro en la que envidiamos –al menos yo sí– a un protagonista capaz de viajar en el tiempo y, a la vez, escapar de él. No hay nada tan interesante como ver qué ocurría en la Edad Media, cómo se las gastaban en la antigua Roma o de qué forma transcurría la vida en las carabelas que viajaban a conquistar América. ¿Eso es la realidad? No. Es imaginación basada en datos reales.
¿Quién sabe del dolor del emperador Adriano ante la desaparición de Antínoo? Y sin embargo, Marguerite Yourcenar nos lo cuenta tan bellamente en sus Memorias de Adriano que resulta verosímil. ¿De verdad Magallanes tuvo tanta fortaleza para afrontar los sinsabores y amarguras de su ardua vida sin desfallecer en ningún momento? Pues así parece cuando leemos la magnífica novela que le dedica Stephan Zweig?
En realidad, creo que lo que importa al lector no es tanto si la novela histórica resulta fiel a la realidad como el poder acercarse a los sentimientos humanos. Eso es lo más interesante en una novela, ya sea histórica o de ficción.