Todo líder debe estar preparado para el relevo
Nadie es ni debe creerse imprescindible. Los imprevistos existen y los buenos líderes tienen que pensar en su empresa, no en sí mismos.
Hace poco leí una entrevista con Jack Ma, el creador de Alibaba, la mayor plataforma mundial de comercio electrónico. Mientras leía las respuestas de este hombre, uno de los más ricos del planeta, subrayé estas palabras: «Cuando contrato gente, contrato a personas que son más inteligentes que yo; personas que cuatro o cinco años después podrían llegar a ser mis jefes».
Creo que esta es una buenísima idea y especialmente cuando hablamos del relevo en la función de liderazgo. Las empresas, sobre todo las pequeñas y medianas, deben tener un sucesor posible; o mejor aún: varios.
Aparte de jubilaciones, cambios en las personas y evolución de los mercados, los imprevistos ocurren, como saben muy bien las compañías de seguros. Por eso las empresas necesitan tener visión de futuro y no verse abocadas a actuar en situaciones de emergencia, porque siempre es mejor planificar que improvisar. Cuando nadie resulta imprescindible, estamos en condiciones garantizar el futuro empresarial y el crecimiento a medio y largo plazo.
La gestión de la sucesión debe ser una más de las facetas del liderazgo y para ello es necesario:
Ser humildes. Solo quienes tienen un exagerado concepto de sí mismos y un egoísmo desmedido pueden creerse imprescindibles para su empresa. Los líderes que trabajan junto a su equipo, que son conscientes de que necesitan su apoyo, saben contar con personas capaces de tomar el testigo cuando sea necesario.
Gestionar el talento. Establecer programas de gestión del talento ligados a la sucesión es una función del liderazgo. Las personas deben poder asumir responsabilidades, ejercer sus funciones de manera autónoma y sentirse valoradas en la organización. Los líderes harán bien en prestar atención a quienes tienen a su lado y posibilitar su constante formación. Cuando esto es así, el reemplazo puede encontrarse en el interior de la empresa, algo que es, en mi opinión, la situación ideal. Si hay falta de confianza en el propio equipo, no quedará más remedio que buscar sustitutos en el exterior.
Practicar el mentoring. Todo líder debe ser capaz de detectar qué persona o personas podrían estar cualificadas para sustituirle, qué colaboradores son más capaces de tomar el relevo y, a continuación, convertirse en su mentor. Compartir conocimientos con quienes tienen menor experiencia debe ser un proceso organizacional normal, que revaloriza al líder e incrementa el capital social de la empresa.
Ser justos. El liderazgo no se hereda, ni siquiera en las empresas familiares. Un líder justo mira por el bien de la empresa, por eso fomenta el pensamiento crítico y no valora las actitudes aduladoras, sino el talento y el esfuerzo.