Saber dar la bienvenida a un nuevo colaborador es un aspecto crucial que puede determinar su éxito y el del equipo en su conjunto. Para que «el nuevo» se transforme rápidamente en un miembro productivo del equipo, plenamente integrado y comprometido con la empresa, es fundamental diseñar una estrategia que cuide tanto sus emociones como las de sus compañeros, es decir un plan de incorporación bien estructurado. Para ellos:

Hay que contar con un plan de acogida

Que esté perfectamente estructurado. De lo contrario, se arriesga a no lograr el compromiso necesario. Según la investigación de Bauer (2010), un proceso de incorporación eficaz puede aumentar la satisfacción y el rendimiento de los empleados en un 25%.

Cada nueva contratación representa un momento delicado para la armonía corporativa, y una mala experiencia puede tener consecuencias duraderas en la cohesión del equipo. En este plan debe incluirse:

Explicar la cultura de la empresa y la historia

Es importante entender el qué, el cómo y el porqué de la empresa y hacía dónde se dirige. Y lo más importante, hacerles sentir que la organización en su conjunto le estaba esperando. Como señala Kahn (1990), la inclusión temprana de un nuevo colaborador en la cultura organizacional promueve un sentido de pertenencia y es clave en el éxito.

Un mentor-compañero que le ayude a conocer la organización

Esto facilita una integración más fluida y rápida. Es esencial que su “mentor” enseñe el espacio de trabajo del nuevo empleado, así como se asegure de que disponga de la tecnología y los recursos necesarios desde el primer día.

Estrategia de presentación y socialización

Dependiendo del tamaño de la empresa y de su cultura, es recomendable realizar presentaciones individuales. Estas pueden incluir breves encuentros de 15 minutos con diferentes departamentos, donde se fomente una conversación distendida.

Será el mentor el encargado no solo de ayudar al nuevo empleado a conocer a sus compañeros, sino también permitir a los demás familiarizarse con él, estableciendo una base de confianza desde el principio.

Informar al nuevo colaborador sobre sus tareas y responsabilidades

Así como las expectativas que tiene la empresa sobre él. Una comunicación clara sobre a quién debe reportar y cuáles serán sus objetivos a corto y largo plazo es esencial. Como señala Katz (1974), la claridad en las expectativas laborales no solo ayuda a aliviar la ansiedad, sino que también aumenta la satisfacción y la eficacia en el trabajo.

Es crucial informar, pero evitando un exceso

La adaptación lleva tiempo, y es fundamental que el empleado pueda asimilar la información a su propio ritmo. Un enfoque gradual permite que el nuevo integrante se sienta más seguro y confiado en sus capacidades. De acuerdo con un estudio de Bauer (2010), un proceso de integración escalonado puede mejorar significativamente la retención de empleados y su satisfacción en el trabajo.

Seguimiento

Preguntar al que ya se ha integrado qué ha valorado más y qué ha echado en falta. Esto proporcionará información valiosa para mejorar nuestras prácticas de bienvenida. Aprender de las experiencias de quienes han pasado por este proceso nos permitirá abrir los brazos a futuros colaboradores, creando un ambiente acogedor y receptivo que fomente la retención y el compromiso a largo plazo.

Cuidar la experiencia de incorporación no solo beneficia al nuevo colaborador, sino que también fortalece la cohesión del equipo y contribuye al éxito general de la organización.

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