¿A ti te gusta la Navidad?
Unos adoran la Navidad y otros la detestan, pero a muy pocos les deja indiferente. Sea como sea, lo más inteligente es afrontar estas fiestas lo mejor posible.
A muchos les gustaría tachar del calendario del 23 de diciembre hasta el 7 de enero. Ven estas fechas como una obligación, lo pasan mal porque se sienten manipulados para gastar más de lo que pueden y coaccionados a ver a personas que no les agradan. Para colmo, suelen llevarse un disgusto cuando todo ha pasado y se suben a la báscula.
Otros, en cambio, esperan con ilusión estos días porque les permiten reunirse con sus seres más queridos, elegir con cariño un regalo para ellos, practicar ese acto tan generoso de cocinar para los demás y disfrutar de tiempo de calidad con la familia.
Cada persona es diferente, y sus circunstancias personales y familiares también. Así que no puedo decir que sea criticable ni lo uno ni lo otro; pero lo que sí tengo claro es que debemos trabajar para afrontar las Navidades con una actitud de disfrute, sin hacernos daño a nosotros mismos ni hacérselo a los demás.
Cada familia es un mundo
En estas fechas pueden acentuarse los rasgos depresivos y otras patologías, como la adicción a las compras. Algunas personas no tienen con quién reunirse, o su familia les brinda un pobre apoyo afectivo; muchas atraviesan una dura situación económica, sufren el zarpazo del desempleo o la impotencia de no poder cubrir las necesidades de sus hijos.
Cuando en una familia hay niños, todo parece tener sentido en estos días; en cambio, cuando faltan seres muy queridos, casi nos hiere la felicidad que vemos a nuestro alrededor, el bullicio de las calles, los villancicos a todo volumen, los anuncios almibarados de la tele…
Afrontar la realidad de cada uno
En mi opinión, hay que ver qué es posible arreglar y qué no. Por ejemplo, ¿podemos irnos de viaje sin hacer daño a nadie? Hagámoslo. ¿Estamos obligados a cenar con esa persona que detestamos? Reflexionemos: no es el fin del mundo, solo será un día de 365, daremos una alegría a nuestra madre o nuestro hermano y ganaremos más con sentimientos de cordialidad que de odio. ¿No podemos permitirnos comer marisco? Da igual, existen miles de platos baratos que están exquisitos cuando se cocinan con el ingrediente del amor.
Luchar por mejorar nuestra vida es tarea de todos los días. En Navidades también. Cuidar el buen estado de nuestras emociones es importante para romper el sentimiento de rabia, tristeza o sufrimiento y dejar paso a esa confianza en el futuro que todos debemos albergar.
Feliz Navidad para los que la amáis y para los que la detestáis. Todos nos merecemos lo mejor.